domingo, 31 de octubre de 2010
BROOKLYN (COLM TÓIBÍN)
domingo, 24 de octubre de 2010
NÉMESIS (PHILIP ROTH)
“A misplaced sense of responsibility can be a debilitating thing.”
Némesis, Philip Roth
Dice J. M. Coetzee en su crítica de Nemesis que no es posible profundizar en ésta, la última novela de Philip Roth, sin desvelar la ingeniosa vuelta de tuerca que experimenta cerca de su final. A continuación, sin paños calientes, revela impunemente su secreto y les roba a los lectores cualquier posibilidad de sorpresa o, cuando menos, de anticipación. Y se equivoca, no sólo porque condiciona la lectura e invita a una suerte de deconstrucción de la historia de Eugente “Bucky” Cantor, sino porque peca de soberbia, de hybris, que dirían los griegos, arrogándose un papel que no le corresponde y considerando el suyo el único modo posible de criticar Nemesis. Comprenderán Vds. que les ahorre el enlace y la tentación de leer donde no deben; al menos, hasta haber dado cuenta de la novela. Avisados quedan. Yo, por mi parte, intentaré hacer “lo imposible”, a saber, una crítica de Nemesis exenta de spoilers.
Nemesis es una novela sobre el exceso de responsabilidad y la culpa; no los de un pueblo –nunca ha sido Roth muy dado a erigirse en portavoz del pueblo judío- sino los de un individuo, el mencionado Bucky Cantor, que compensa con una exagerada atención y devoción a sus chavales del campo de deportes de la Escuela de la Avenida Chancellor la vergüenza de no hallarse en el frente europeo en el muy caluroso verano de 1944. Su severa miopía lo ha incapacitado para lanzarse en paracaídas sobre las playas de Normandía pero no para velar por el bienestar de los niños que tanto lo admiran. Por cierto que no le faltan al buen Bucky motivos de preocupación, pues otra guerra se libra en Newark, tan cruda o más que las de Europa y el Pacífico: la guerra contra la polio que se ceba con virulencia sobre los inocentes niños de Weequahic (Newark).
A estas alturas de la partida, me objetarán Vds., no resulta ninguna novedad que Philip Roth haya publicado una novela protagonizada por un joven de su Newark natal. Otra más, dirán algunos. Saben Vds. que, en mi opinión, el condescendiente y ya habitual “otra más” de la crítica significa muchísimo y muy bueno cuando se refiere a la obra de un maestro como Roth. Además, una gran distancia separa a Bucky Cantor de cualquiera de sus personajes previos. No hay rastro en él de humor, doblez, ironía o sarcasmo; tan sólo “determinación, dedicación y disciplina”. Bucky Cantor es un héroe trágico a la vieja usanza, sin grietas ni fisuras, del estilo de Aquiles y Héctor o, aun mejor, de Edipo. Y, como Edipo averiguó demasiado tarde, no les es dado a los héroes escapar de su destino, sea éste un plan urdido por el Dios vengativo del “ojo por ojo, diente por diente” o mero resultado del frío y caótico Azar de los ateos que en el mundo somos. No es de extrañar, pues, que en esta ocasión haya elegido Roth la tercera persona para su narración. La tragedia de un héroe no puede contarse en primera persona[1], sino que precisa de la perspectiva que aquí aporta un Arnie Mesnikoff que recuerda muy mucho al maduro Nathan Zuckerman de Pastoral Americana, Me casé con un comunista y La mancha humana y que nos permite conocer el último acto de la tragedia del Sr. Cantor cuando casi habíamos perdido la esperanza.
La magnífica Nemesis es, en efecto, pariente de la gloriosa trilogía americana de los ’90 y, por más que carezca de la rotundidad y aliento épico de aquella, merece ser revelada al lector página a página, sin importunas intromisiones, por más que éstas vengan firmadas por todo un Nobel como Coetzee.
[1] Menos aún en una primera persona tan ambigua y confusa como la del autor de Los hechos y Operación Shylock.
domingo, 17 de octubre de 2010
MEJOR QUE LO DIGA K. VONNEGUT (II)
“Estoy convencido de que nadie consigue un carajo en las artes si se vuelve amablemente razonable, viendo todas las facetas de un problema y perdonando todos los pecados.”
Mire al pajarito
Kurt Vonnegut
Como diría el Buddy Glass del siempre presente JD Salinger, “¿es que no se equivocaba nunca?”
domingo, 10 de octubre de 2010
EL ANTÓLOGO (NICHOLSON BAKER)
De entre las muchas bondades que les podría decir de Qué Leer no es la menos importante el hecho de que, por lo general, trabajan con plazos de tiempo relativamente amplios. Una prepara en noviembre la crítica que aparecerá en febrero, en febrero la de abril y en agosto, por ejemplo, la de octubre, de manera que, cual la industriosa hormiga de la fábula, puede ir guardándose textos en la cartera que alimenten este lugar en momentos en que una no lee ni escribe todo lo que quisiera. Como botón de muestra, aquí les dejo la reseña de una sorprendente y estupenda lectura estival, El antólogo de Nicholson Baker, publicada –la reseña, digo- en el Qué Leer del corriente mes de octubre.
Publicado en Qué Leer 158 (octubre de 2010)
Lo dicho, lean, lean y no se la pierdan.miércoles, 6 de octubre de 2010
Y POR FIN… EL RÍO DE LA VIDA (NORMAN MACLEAN)
“Todo aquel que trabaja experimenta momentos de belleza invisibles para el resto del mundo”
El río de la vida y otros relatos
Norman MacLean
Definitivamente, me estoy perdiendo la rentrée otoñal; una de las más prometedoras y tupidas que se recuerdan, para más inri. Me queda el consuelo, eso sí, de que frente a lo caduco de las hojas de esta época del año, las novedades de los Vonnegut, Auchincloss y Baley, entre otros, vienen para quedarse y esperar a que los estresados que en el mundo estamos tengamos a bien iniciar su lectura.
Esta mañana, eso sí, he dado un buen paso adelante al terminar de una vez El río de la vida de Norman MacLean, mientras un trío de apuradas adolescentes afrontaban con diferente suerte su primer examen de latín del curso. Poco más voy a añadir aquí a lo dicho en mi último post; tan sólo que los dos relatos que completan el volumen, Leñadores, proxenetas y «Tu camarada, Jim» y Servicio forestal de Estados Unidos son quizá mejores que su nouvelle epónima. Son más secos y duros, es cierto, pero precisamente por ello escapan al exceso epifánico y de lirismo que se insinúa a cada revuelta del río y resultan, en consecuencia, más naturales. Sea como fuere, lo cierto es que esta tríada de historias firmadas por Norman Maclean merecen la pena y son más que dignos epígonos de una tradición iniciada tiempo ha por el faro de Sherwood Anderson. Para muestra, otro botón:
“No tenía aún la menor idea de que, a veces, la vida se vuelve Literatura, no por mucho tiempo, desde luego, pero sí lo suficiente para ser lo que mejor recordamos y con la suficiente frecuencia como para que lo que al final entendemos por vida sean esos momentos en que, en vez de ir de lado, hacia atrás, hacia delante o a ninguna parte, la vida forma una línea recta, tensa e inimitable, con una complicación, un clímax y –si hay suerte- una purgación, como si la vida fuera algo que se inventa, no que acontece.
(ibidem)
Que Vds. las disfruten.