viernes, 15 de mayo de 2009

INTERREGNO (III)

“Una vez, siendo yo adolescente, mi padre me dijo: “Si temes, no vaciles. Métete en dificultades si ése es el curso honesto a seguir.” Era una hipótesis referida al arte del coraje que me vi obligado a refinar considerablemente en las guerras burocráticas, donde la carta que había que jugar era la paciencia. Pero también sabía que cuando el miedo se volvía paralizante había que esforzarse por hacer ese movimiento o dejar que el alma pagase las consecuencias. Cuando uno topaba con un fantasma, el curso honesto era claro: había que seguirlo.”
El fantasma de Harlot
Norman Mailer

No creí que fuera a tener material sobre el que escribir esta semana. No he podido leer todo lo que hubiera querido estos días y ando todavía a mitad de camino de la voluminosa Aquí empieza nuestra historia de Tobias Wolff; y encantada de ello, por cierto. Pero de las virtudes de Wolff trataré otro día, cuando haya dado cumplida cuenta de su recién publicada antología. Si hoy he terminado apareciendo por aquí es para dar rienda suelta de la indignación, cabreo, mala sangre... llámenlo como quieran, que me ha producido ver aparecer una reseña aquí publicada hace unos meses en una base de datos dedicada a recopilar artículos sobre "catequesis, doctrina católica, ética y antropología".

La reseña en cuestión es la de En lugar seguro de Wallace Stegner y aparece firmada por una servidora, tal cual se publicó en su día. ¿Tal cual? No del todo. Minime! que diría el narrador de las hazañas de los irreductibles galos de Uderzo y Goscinny. Aparece bajo la desconcertante nota de "matrimonio y familia", precedida de una vergonzante glosa en la que se justifica mi entusiasmo ante la novela de Stegner y premura a la hora de recomendarla por haber descubierto en ella una especie de fuente inagotable de valores humanos como el amor, la amistad, el sacrificio... frente al confort material; valores, por cierto, que no sé con qué autoridad tienden a reclamar como propios y en exclusividad ciertos sectores del catolicismo más ferviente, aunque esa es otra cuestión.

Y como ilustración de la glosa y la reseña no comparece ya la sobria imagen de la señal de Vermont que yo seleccioné en su día, sino dos pastiches indescriptibles que muestran a sendas parejas felices y sonrientes a más no poder; una de recién casados y la otra acompañada por un pelotón de vástagos -he contado 13 pero cualquiera sabe- más rubios y con dientes más blancos aun que sus padres, si cabe -y como suele suceder, ¡sí! sí cabe-. Aquí mismo pueden contemplar el desastre.

Me dirá quizá alguno de Vds. que estoy exagerando. No lo creo. Es de sobra sabido por los lingüistas que la pragmática y su adorado dios, el Contexto, llegan adonde no son capaces de llegar las ecuaciones lógicas y matemáticas del estructuralismo. Vamos, que el "dónde se dice" importa -¡y mucho!- en la comunicación. El responsable del "rapto" de mi reseña no sólo ha hecho una lectura interesada y sesgada de la misma -la novela de Stegner ni la habrá leído seguramente- sino que la ha desquiciado al hacerla aparecer junto a artículos titulados "la sociedad contra el aborto", "algunas orientaciones sobre la ilicitud de la reproducción humana artificial", "to clone or no to clone", "ser concebido o ser producido", "la trivilización del sexo", "el bostezo, la sonrisa o el hipo de un bebé", "la indigestión laicista", "mujeres jóvenes, preparadas y en casa" -¡por favor!-, "sobre el llamado matrimonio homosexual" y un largo etc.

Cuando escribí sobre En lugar seguro de Stegner pretendía hablar de literatura. Nada más. Saben Vds. que no suelo tratar de otras cuestiones en este lugar donde, como Holden Cauldfield por Manhattan, intento pasar mis "vacaciones" del mejor modo posible. Y si no lo hago yo, no veo por qué nadie tiene que servirse de mis palabras para hacerlo y, lo que es peor, sin preguntar primero; mucho menos la Asociación Arguments con la que nunca he tenido ni tendré nada que ver. Pues no es que le importe a nadie por aquí ni por allí... pero no estoy bautizada, soy atea, creo en el laicismo más absoluto del estado, en la libertad individual de cada cual para elegir cómo y con quién vivir la propia vida y, cómo no, a leer lo que me venga en gana y comentarlo con amigos y lectores casuales en las procelosas aguas de la blogosfera sin verme de repente un día en un puerto como ese, adonde nunca pretendí ni quise llegar.

8 comentarios:

Angéline dijo...

Hola CEci, les ahorraste la mitad del trabajo. Plantan tu post, la foto de una familia del Opus, un pequeño discurso con la parejita feliz y ya está, artículo terminado. Alguna gente no tiene sentido de la medida. Un beso

CEci dijo...

Ni sentido de la medida ni dos dedos de frente, Angéline. Hay que ser corto de miras y estrecho de mente para hacer tal lectura de una novela como "En lugar seguro". Y pensar en todo lo que se pierden -y aquí hablo sólo de arte- por pasarlo por el pasapuré reduccionista y sectario de su moral... En fin, allá ellos pero a los demás que nos dejen tranquilos.
Besos y gracias por venir

Olvido dijo...

Ceci comprendo perfectamente tu malestar (vamos a dejarlo así), has sido comedida y educada que ya es bastante. No, no estás exagerando ni un ápice, por cierto no puedes hacérselo quitar?¡Matrimonio y familia! Madre mía! como no se te ocurrió titularlo así Ceci, qué clarividencia…en fin, hay que fastidiarse!!!

Un abrazo

CEci dijo...

Me alegro de verte por aquí, Olvido. Pues sí, supongo que les escribiré en cuanto pueda para que la retiren.
Un fuerte abrazo
P.S ¿algún proyecto post-leviathanem en marcha? Eso espero

Olvido dijo...

Ceci, te juro que al principio no sabía de qué me hablabas, si yo no he dicho nada de Hobbes ni he leído Leviathan, he pensado. Luego ya lo he pillado…te veo muy bíblica;-))) ( a ver si te van a volver a coger otra cita!! jaj)
Después de la ballena, las letras siguen estando ahí, siempre están, pero de momento siento que deben ser invisibles, hasta que de dejen de serlo, o no. No tengo ni idea, quizá algo pequeño y lento fuera suficiente.
Por cierto acabo de leer algo pequeño y delicioso, ‘La acompañante’ de Nina Berberova, no había leído nada de ella y me ha gustado mucho.
Un abrazo

Chufflo se caga en el Papa.VAT dijo...

Creo que ahora es cuando toca contraatacar, CEci, si yo fuese tú les plantaba una reseña, con profusión de ilustraciones, del Teleny de Wilde, las 120 jornadas de Sodoma de Sade o las once mil vergas de Apollinaire... verías como salen corriendo con el rabillo esclerótico entre las piernas y no vuelven más.

CEci dijo...

Pues sí, Olvido, tendré que andarme con ojo ;-) Me alegro de que sigas escribiendo. No había oído hablar de Nina Berberova. Me la apunto. No sé para cuándo, pero me la apunto.
Un abrazo
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Gracias por el consejo, caballero, aunque de momento creo que lo dejaré aquí y en el correo bastante comedido, dadas las circunstancias, que les envié ayer.
Un abrazo para Vd.

Javi Iglesias dijo...

Si ese correo comedido no da resultado siempre puedes mandarles cualquiera de Leopoldo María Panero, seguro que eso los deja tiesos.