"Sí. Has estado aquí antes por mucho que quieras fingir lo contrario. Estas formas te resultan muy familiares. De hecho, si no supieras que no es así, sospecharías que las habías generado desde tu interior. Pero echar las culpas a la víctima no sirve para nada. Es mejor empujar a las formas que te atormentan de regreso a los bordes de esta pequeña franja de terreno que es tu casa hoy en día. Al fin y al cabo, si esta va a ser tu compañía, mejor estar solo. Lo malo es que las formas en los límites de tu mundo tienen sus propias prioridades. Incluso pudiera ser que creyeran que están soñando contigo y no al revés."
Omega el desconocido
Jonatham Lethem
Para el momento del final de la serie, el primer número de Omega ya había pulsado "todos los botones" de Jonatham Lethem, por entonces adolescente. Así que cuando hace unos pocos años Marvel invitó al autor de las magníficas Huérfanos de Brooklyn o La fortaleza de la soledad -que Vds. no deberían perderse, por cierto- "a plasmar en el papel su amor por el medio", Lethem no dudó en homenajear a Omega demostrando una vez más, por un lado, que las lecturas de la infancia y adolescencia nos determinan como pocas; por otro, que la nostalgia es uno de los más potentes motores narrativos que en el mundo están.
Lo que ofrecen Lethem & co. no es, sin embargo, una secuela del Omega original, sino una revisión del mismo, fiel al espíritu del número inaugural y libre de las imposiciones que lo "contaminaron" en su día, pero también una historia nueva y con entidad propia:
"Una vez se ha satisfecho el respeto al texto original, se abre un mundo nuevo que es adecuado a aquel, repleto de referencias e incluso apropiaciones, pero completo por sí mismo e ignorante de cualquier tipo de continuidad"
dice Celes J. López en el prólogo de la edición española.
Y lo que ofrecen Lethem & co. es la historia de Titus Alexander Island, un misterioso adolescente de catorce años, huérfano, inteligente y extremadamente racional pero poco ducho en eso que los psicólogos han dado en llamar "relaciones interpersonales", carne de cañón para los matones de su nuevo instituto. Y no sólo para ellos, pues lo que, sobre todo, hace singular a Alex es que es el objetivo de un sinfín de robots, que lo persiguen para matarlo y que se expanden geométricamente merced a una sofisticada biotecnología sufragada y distribuida por una cadena de comida rápida. ¿Extraño? Pues aún hay más. En su particular aventura contará con la ayuda de un alienígena de pertinaz silencio con el que se haya extrañamente vinculado, Omega, no un superhéroe al uso, sino un ser tan frágil como resistente; como Alex.
Todo esto y mucho más nos es relatado por un narrador omnisciente encarnado en escultura y autoproclamado "yonki narrativo" en una de las abundantes rupturas de la ilusión poética que interrumpen la historia para regalarnos hermosas reflexiones como la que abre esta entrada o perlas concentradas de sabiduría como la que sigue:
"Un estado básico. Vives en los desastres creados por otros. Pero ser aseado importa."
Omega, el desconocido, que tiene la cualidad misteriosa, inquietante, sugerente y ambigua de los sueños, es una hermosa historia sobre los peligros de la alienación y de ciertos avances de la ciencia frente a la individualidad y la originalidad de cada cual, además de ser, por supuesto, más que divertida.
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