"Sunstreak llegó en primer lugar, claro, y pulverizó el récord mundial de la milla. Aunque nunca vea nada más, al menos habré visto aquello".
"Quiero saber por qué"
Cuentos reunidos, Sherwood Anderson
Los protagonistas de estos relatos son muchachos de pueblo, sencillos, humildes, que duermen en establos, pasan el rato con amigos como ellos y se ganan la vida cuidando de un caballo al que siguen de carrera en carrera y al que miman como si de su novia se tratase. Los personajes de Anderson viven por y para "su" caballo, en torno al cual gira todo lo que de veras consideran importante en la vida. Su pasión es envidiable, por más que el caos y la brutalidad circundantes acaben por lo general golpeándolos con fuerza, frustrando sus ilusiones y, en suma, poniendo fin a su inocencia.
Dice Ford en el ya mentado prólogo que los relatos de Anderson plasman a la perfección la insuficiencia de la vida. Es cierto. Una quisiera que todo en la vida fuera bienestar, placidez, pasión, revelación... y, sin embargo, mucho -siempre demasiado- es lo que hay que soportar de dolor, angustia, indolencia y brutalidad. Claro que si todo fueran luces y momentos de epifanía como los experimentados ocasionalmente por los "héroes" de Anderson, ¿cómo podríamos reconocer su valor? Las luces sólo lo son por oposición a las sombras. Lo excelente y lo singular sólo puede definirse por contraste y oposición con lo vulgar. El genio de Sherwood Anderson consiste precisamente en reunir en relatos concisos y, al menos en apariencia, poco sofisticados -es llamativa la, por supuesto, buscada dispersión de sus narradores- lo mejor y lo peor de los habitantes del Medio Oeste y también de todos nosotros.
Así que, por favor, lean. Lean y descubran de qué maravillas fue capaz aquel "antiguo industrial de Elyria".
6 comentarios:
Bueno, pues ahora yo también quiero saber por qué.., sin ninguna duda. Lo malo es que "la memoria" me tiene totalmente ocupada leyendo a Nabokov y Janet Frame, así que tendré que esperar un poco. Respecto al tema de los contrastes, quizás lo que necesitamos no es tanto un equilibrio entre lo bueno y lo malo sino que la balanza se incline más hacia el lado positivo porque soportamos mejor el paraíso que el infierno. Ambos son la misma cosa en determinados momentos, pero creo que en general estamos hartos de sufrir y sabemos que la cosa no acaba aquí, por eso necesitamos recargar pilas con el blanco para hacer frente a las etapas oscuras. Pero seguro que Sherwood y Ford nos harían vivir buenos momentos. Eso es lo genial de la literatura, la variedad. Feliz verano, CEci, a pesar de los nubarrones. O quizás gracias a ellos, los días de sol seamos rabiosamente felices. Un beso
A mí la "memoria" también me tiene un tanto ocupada, aunque de momento no paso de tomar notas y apuntes. A ver si mañana me pongo a darles forma porque el tiempo vuela...
Feliz verano para ti también. Hoy, el día inaugural de mis vacaciones, diluvia por aquí, así que algo de eso tendréis por ahí también. Menos mal que este año he sido previsora y la próxima semana emigro a tierras más cálidas.
Besos
Es una pena que editoriales y crítica especializada no presten la debida atención a Sherwood Anderson. Aparte del libro que comentas, que contiene varios antológicos cuentos y que ha venido a paliar un poco el silencio sobre la obra de como lo denomina un colaborador de Shangri-la “el viejo Anderson”, recientemente Acantilado ha reeditado "Winesburg, Ohio” (yo tengo una entrañable edición de Fontamara, 1981). Aún queda bastante sin traducir. En mi rastreo por librerías de lance encontré tiempo atrás un muy interesante "Pobre blanco" (Editorial Cervantes, 1929), y hace poco he recuperado de mi desperdigada biblioteca el que fue el primer libro que leí, allá en la adolescencia, de Anderson: "Tar" (José Janés, 1948). El volumen pertenecía a un familiar y de forma significativa está unido a mi pasado como lector. Lo he releído ahora y, aparte de recordar imágenes y sensaciones (seguramente todas engañosas) perdidas en la memoria de aquella lejana primera vez, me he reencontrado con una pequeña gran joya. Dicen que se trata de un libro autobiográfico, curiosamente sobre su niñez y adolescencia. Es lo de menos. En la contraportada se indica: "Escritor realista ante todo (...) analiza a los personajes, no al trasluz de un prisma intelectualista, sino por el juego de luces y de sombras que sus movimientos proyectan sobre el campo experimental de la vida misma." Faulkner, Hemingway, Ford. Como bien dices, Ceci, sobran las palabras. Hay que leer a Anderson.
Y tanto que es una pena, Lentitud. Yo lo acabo de descubrir y no tengo duda de que repetiré. Me apunto los títulos que comentas; Tar, sobre todo. Anderson tiene la fuerza de lo auténtico, sincero e inmediato. Es muy "americano" y pese a lo peligroso de buena parte de los materiales con los que trabaja (infancia, mundo rural...) es de todo menos sensiblero.
Gracias por el comentario y, por supuesto, enhorabuena por el nuevo Shangri-La.
Un abrazo, Lentitud.
Leo a S. Anderson por primera vez. Los Cuentos reunidos, de Lumen, con prólogo de V. Tuset. Me han entusiasmado tanto que lamento no haberlos leido a mis quince años."Soy un idiota" Rebuscando encuentro tu blog, enhorabuena por él, desde venusyjanobriga
También yo, lologuit, acabo de descubrir a Sherwood Anderson, al margen de "Quiero saber por qué". Repetiré, sin duda.
Muchas gracias por tu amable comentario.
Un saludo
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