miércoles, 17 de diciembre de 2008

EN LUGAR SEGURO (WALLACE STEGNER)

“No me importa lo que especulen o las respuestas que se den. Vivimos como podemos, hacemos lo que debemos hacer, y no todo se rige por parámetros freudianos o victorianos.”

En lugar seguro, Wallace Stegner

En un momento dado de En lugar seguro de Wallace Stegner (Libros del Asteroide) uno de los personajes cita vagamente a Henry James:

“Henry James dice en algún sitio que si tienes que tomar notas sobre cómo te ha impresionado una cosa, lo más probable es que no te haya impresionado.”

Antoni Marí afirma, a su vez, en el prólogo a La figura de la alfombra del propio James (Impedimenta) que no hay ningún lenguaje capaz de hacer comprensible la verdad del arte, de exponer con conceptos sus ideas, ni de sustituir la obra por su comentario.” Cierto es -¡por suerte!, aunque ello me lleve a cuestionarme el “para qué” de este lugar- y no porque esté tarado el lenguaje por una incapacidad intrínseca o deontológica de referencia, como hace algún tiempo discutíamos por aquí a propósito de Guerra y Lenguaje de Kovacsics, sino porque por mucho que racionalicemos los logros y deméritos de esta o aquella obra de arte, en último término el arte y la literatura de verdad apelan a algo que está más allá de la razón, que es mucho más visceral y primario.

Se preguntarán Vds. qué es lo que justifica tan densa y abstracta obertura. Pues bien, la secuencia que da respuesta a su pregunta es la siguiente: 1.- he leído En lugar seguro de Wallace Stegner; 2.- me ha impresionado; 3.- no sé del todo por qué. Intentaré, no obstante, aventurar unos cuantos porqués no con la intención de descifrar la clave del enorme talento de Stegner, ni mucho menos de ofrecer un pobre sucedáneo en forma de comentario o reseña -¡nada más lejos!-, sino simplemente para invitarles a leer esta redonda y rotunda historia de amistad protagonizada por dos matrimonios, los Morgan -Larry y Sally- y los Lang -Sid y Charity- durante unas cuantas décadas del pasado siglo XX.

Humildes y, sobre todo, desarraigados, los Morgan llegan a Madison (Wisconsin) en plena Gran Depresión. En el mismo Departamento de Literatura que Larry trabaja Sid Lang, un carismático profesor -no tan buen académico- casado con Charity, embarazada como Sally. Pero si los Morgan son humildes y no tienen familia en que ampararse, los Lang ni siquiera necesitan trabajar para vivir y cuentan con una amplísima familia radicada en lo mejor de Vermont, Nueva Inglaterra. La simetría es absoluta y la atracción entre ambos matrimonios instantánea. Identidad y contraste. La amistad es inevitable. Y no se trata de una amistad efímera o superficial sino de la amistad por la que aboga Cicerón en su Laelius, de amicitia (22), en otros tiempos traducido por todos los estudiantes de Letras en su primer año de Universidad:

“Y no hablo ahora de la común o la mediocre, aunque esta también agrada y resulta útil, sino de la auténtica y acabada, como fue la de muy pocos. Pues la amistad vuelve más espléndidas las circunstancias favorables y, las adversidades, al compartirlas, las hace más llevaderas.”

He mencionado antes la simetría interna de la novela, que va mucho más allá de lo dicho, por cierto. Dicha simetría es refrendada por la estructura externa. En lugar seguro se abre y se cierra en Vermont, en el tiempo real de la narración. Entremedias, recuerdo, recuerdo y más recuerdo, de incomparable viveza y con su inevitable punto de invención, por supuesto. El recuerdo es, de hecho, el motor narrativo de la novela. Y más concretamente se trata del recuerdo de Larry, el narrador con más talento del grupo, llegado a Vermont junto con Sally para reunirse por última vez con Sid y Charity, aquejada de un cáncer terminal. Nihil novum sub sole, es cierto. La muerte de un amigo o inminencia de la misma ha sido con frecuencia detonante de este tipo de historias. Mutatis mutandis, pienso ahora en The Big Chill de Lawrence Kasdan (1983), en Los amigos de Peter de Kenneth Branagh (1992) o en Las invasiones bárbaras de Denys Arcand (2003).

¿En qué radica pues el mérito de En lugar seguro de Wallace Stegner? En su rotundidad y sinceridad, en la viveza, encanto y carisma de sus cuatro protagonistas, a los que cualquiera querría tener por amigos -y que conste que yo no tengo queja de los míos; al contrario-, en la elegancia y contención con que el autor escribe sobre uno de los mayores dones de la vida, la amistad, y, para no extenderme más, en imborrables escenas como la que cierra la historia.

Pero esto es sólo lo que yo digo. Lo que Vds. deberían hacer es apresurarse a leer. Así que una vez más, corran, corran... y lean, lean... por favor.

11 comentarios:

Angéline dijo...

Con esta contundencia, quién puede resistirse.. ¡A por ella!

"Los amigos de Peter", aquí la coincidencia. Estoy re-visionando desde noviembre películas antiguas de mi colección o no tanto y a ésta le tocó hace unos diez días (este fin de semana ví "El hombre tranquilo" y "La taberna del irlandés", John Wayne temático). Con el tiempo ha perdido un poco pero me sigue gustando. Tampoco está claro que Peter vaya a morirse, solo que tiene los anticuerpos, pero lo que sí es cierto es que la amistad trasciende de una forma avasalladora o se pierde en la nada. No creo en la amistad de trámite, en las medias tintas, y por eso me interesa lo que cuentas (con tu vehemencia, claro). Leeré a Wallace Stegner, en cuanto termine con "El gran chico" de Hornby. Me gusta volver a este autor en navidad. Un beso CEci y felices días.

CEci dijo...

Te gustará, Angéline, estoy segura. Los Morgan y los Lang son de esos personajes que se quedan con una hasta mucho después de haberse cerrado la historia. ¡Qué carisma!
Besos y felices fiestas para ti también.

Olvido dijo...

Ceci creo que de esta novela lo que nos impresiona es la sinceridad, la autenticidad y sencillez con que se cuentan sentimientos tan grandes como puedan serlo el amor, la amistad , la enfermedad o la muerte. Es curioso pero estos cuatro elementos que Stegner narra es simplemente lo que conforma la vida.
Recuerdo que cuando llevaba tres cuartas partes del libro, me dije, es ficción, se lo está inventando, ¡Madre mía! cómo es posible esta autenticidad, esa sencilla forma de hacer y contar sobre algo tan complicado como la vida. Los personajes se nos haces más reales que la realidad y los queremos con todos sus defectos con esa generosidad tan placentera del que da. De lo natural que es querer, dar y recibir cuando es de verdad. Una auténtica delicia que su narrador Larry Morgan nos ofrece y nos avisa casi desde el principio: “Ambos resultábamos especialmente propensos a la amistad. Cuando los Lang nos abrieron su casa y sus corazones, nos introdujimos en ellos con gran agradecimiento”.
Gracias Ceci por haber traído esta maravillosa historia que se disfruta y efectivamente queda en la memoria. Porque no se debería olvidar lo esencial, la sinceridad de dar y compartir la vida.
Un beso

Lentitud dijo...

Me alegro que te gustara, Ceci. La cita de Henry James que traes aquí y que aparece en el libro como quien no quiere la cosa, como si formara parte del texto mismo, integrada en él con la naturalidad, fluidez y aparente sencillez con la que Stegner narra, se me antoja más que pertinente. Hace unas semanas que lo leí y todavía perdura en mí, y tampoco sé bien por qué. Creo que es algo que va más allá de la autenticidad que comenta Olvido, si ello es posible, y que tiene que ver, como tú dices, con lo visceral y primario. Lo cierto es que en el tiempo de su lectura y en el poso que deja, se vive la literatura como verdad, me siento, con todo lo que ello conlleva, en lugar seguro.

Olvido dijo...

Efectivamente estoy totalmente de acuerdo con Ceci cuando dice “la literatura de verdad apelan a algo que está más allá de la razón, que es mucho más visceral y primario.” Pero para llegar a sentir eso (y no se siente muy a menudo) es por algún motivo no? Ceci, quizá tú lo puedas explicar mejor pero yo intentaba decir que para sentir algo visceral partiendo de algo elaborado, estructurado, pensado e ideado tiene que ser por algún motivo y quizá eso sea la literatura en sí, la forma de narrarlo, por eso me refería a esa ‘autenticidad’ no sólo de la historia sino del lenguaje, una sinceridad (ficcionada, trabajada no lo olvidemos). Me parece algo extraordinario. Solo soy una lectora que siente.
Claro que la cita de James no es casual, pues en esta historia la psicología de los personajes es fundamental y James un maestro del tema y Stegner lo sabe. Y eso es lo que ocurre en este libro que no te detienes, que no tomas notas que simplemente lees y lees y te metes en él con el corazón.
Quizá casi ni merezca la pena darle más vueltas, ‘simplemente’ es literatura y así se siente y se disfruta. Pero no deja de asombrarme que algo ‘elaborado’ de cómo resultado algo tan extraordinariamente sencillo y visceral.

Buen día

Lentitud dijo...

No pretendía, Olvido, cuestionar lo que dices en tu comentario. En absoluto. La cita de James, por supuesto que no es casual. Lo que yo venía a decir es que Stegner la integra en el texto como si no fuera una cita, con la misma y apabullante sencillez con la que está escrito “En lugar seguro”. Dije que se me antojaba pertinente por parte de Ceci destacarla porque en esas palabras tengo la impresión que se condensa una gran parte del sentido de la novela, precisamente porque James pone hincapié en el ‘cómo’. En ese ‘cómo’ que Stegner, en su particular traducción del maestro, diluye, vuelve casi invisible y, por tanto, en primera instancia, no tenemos necesidad de “tomar notas” porque, como tú dices, “simplemente lees y lees y te metes en él con el corazón”. Yo, decía que, sin saber bien el motivo, lo que hace que perdure este libro después de su lectura, me parece que va más allá de la autenticidad y tiene que ver con lo visceral y primario, no por otra cosa que por lo ya dicho. Como ves, más o menos, venimos a decir lo mismo. A todos, con unas formas u otras, nos gusta sentirnos en lugar seguro.

Olvido dijo...

Estimado Lentitud no habría ningún problema en que me cuestionase. Solo son opiniones, pareceres.
Creo que charlar, aunque fueran distintos puntos de vista-que no es el caso-sobre literatura siempre es agradable pero difícil, aunque parezca mentira, en este medio. Estoy totalmente de acuerdo con usted.
El caso es que es un libro delicioso que se disfruta y se recuerda. Y que agradezco a Ceci lo haya traído aquí.
Un abrazo no cuestionable

Anónimo dijo...

¡Hola Ceci!
Cuánto tiempo, al final voy a parecer como el Guadiana o el turrón que sólo aprece en dterminadas fechas. Bromas aparte una agotadora temporada de trabajo me ha venido apartando de mi blog y de la lectura de otras bitácoras. Mi blog acabo de actualizarlo y espero darale vida al menos durante las vacaciones.
Acabo de leer tu estupenda, como siempre, reseña y sólo tengo que ponerle una pega que provoque el aceleramiento de mis lecturas cada vez que te leo, pues veo que hay tanto bueno que no leo y desconozco. Nada más, espero que pases una feliz Navidad. Un beso

Juan
www.librodearena.com/juanfondevila

CEci dijo...

Muchas gracias a todos por los comentarios. Interesante debate el de Olvido y Lentitud. Efectivamente, Olvido, "En lugar seguro" es una novela auténtica y sincera, no hay impostación ni sentimentalismo por ningún lado. De todos modos, sigo siendo incapaz de explicitar el porqué de la grandeza de esta novela y, por supuesto, sigo encantada de haberla leído.
Gracias, Juan. Sigo visitando tu blog con frecuencia en busca de nuevas actualizaciones. Espero que disfrutes de las tan merecidas vacaciones navideñas.
Besos para todos

Anónimo dijo...

Hola ceCi,hasta ahora he leido muchos de los libros o autores que tienes entre tus preferidos y que tambien resultan ser de los mios.Lo ùltimo ha sido Herzog de Saul Bellow que al terminar lo empezé de nuevo de lo que disfruté.Ayer empecé En lugar seguro y el primer capítulo me pareció delicioso pero a medida que avanzo la relación de los personajes me parece demasiado entusiasta desde muy pronto por lo que lo poco que llevo lo veo poco creible.Qué piensas? A lo mejor no he avanzado mucho (solo llevo seis capïtulos) o he profundizado poco.

CEci dijo...

Hola, Anónimo. Gracias por tu comentario. Yo sólo tuve ojos para las virtudes de "En lugar seguro". Me encantó. Es cierto que la amistad es muy entusiasta desde el principio, pero a mí no me extraña dada la generosidad expansiva de los Lang. De hecho, es al principio de las relaciones cuando cabe ese entusiasmo, ¿no?
De todos modos, que no estamos de acuerdo no quiere decir que hayas profundizado poco, como tú dices. Con la literatura, ocurre como con los colores. Ya se sabe que sobre gustos...
Me alegro de que te gustara "Herzog".
Un saludo.