“-Se dará cuenta de que estoy preocupada, Charles. ¿O es que no se da cuenta? Estoy preocupada. ¿Parezco borracha o preocupada?
-Está preocupada, naturalmente.
-¡Eso no es lo que le he preguntado! Le he preguntado si parecía borracha.
-No, en absoluto. Sólo parece preocupada.
-Es que estoy preocupada. Eso de que los alcohólicos no nos preocupamos por nada es un error muy extendido. Si no nos preocupáramos por nada, no habría ni un solo alcohólico, Charles.”
Postales de invierno, Ann Beattie
Otro taciturno que añadir a la lista de los más grandes taciturnos que en la Historia de la Literatura han sido. El bueno de Charles, el héroe –o antihéroe, según se mire- de la última joya rescatada del olvido por Libros del Asteroide: Postales de invierno de Ann Beattie. El cínico, descreído y amargado de Charles, que a sus casi treinta años deja pasar los días de 1975 en idas y venidas a un trabajo tedioso, visitas a una madre histérica que amenaza con suicidarse combinando baños eternos y mantas eléctricas, llamadas telefónicas de un padrastro alcohólico desesperado por el cariño de un hijo que nunca tuvo, cervezas y cenas con su inseparable y entrañable amigo Sam y motorizados paseos nocturnos hasta la casa de Laura, su ex amante, a la que, cual Gatsby redivivo –se conforma con ver la luz de su ventana- sigue esperando obsesivamente aun dos años después de que esta lo abandonara. Así se muestra Charles al mundo: callado, malhumorado, difícil de tratar y un tanto inerte.
Pero aquí lo hemos presentado como un más que destacado miembro del club de los taciturnos. No tiene nada que envidiar, de hecho, al Cyrus Irani de Philip Lopate ni, seamos osados, al Herzog de Saul Bellow. Y como ya citamos hace un tiempo y en otro lugar... “en casi todos los taciturnos acecha un prolijo monologuista”. Así que, como no podía ser de otra manera, mientras se deja llevar por las heladas calles de Washington al ritmo de los Stones, Dylan y Janis Joplin, Charles fantasea con otra vida, o mejor, con idílicas escenas de concordia familiar dignas de Norman Rockwell, donde no hay lugar para los problemas ni para los miedos que persiguen a Charles de manera obsesiva ya desde su infancia.
El magnífico y divertido prólogo a esta edición de, cómo no, Rodrigo Fresán, vincula Postales de invierno de Ann Beattie a la inigualable El guardián entre el centeno de J. D. Salinger. Amén a eso. No sólo se cita explícitamente a Salinger tres o cuatro veces a lo largo de estas Postales, sino que Holden y Charles son almas gemelas. Aquel fue un díscolo adolescente y éste, los sesenta mediante, es un cínico pesimista, pero en el fondo ambos son un par de idealistas que buscan algo más allá de la vulgar realidad cotidiana.
Más arriba he citado a los Rollin’, a Bob Dylan y a Janis Joplin. Estos grandes nombres y otros tantos más forman la banda sonora de esta divertida, entrañable y, dígamoslo ya, brillante novela de Ann Beattie, pero es otra la canción que estos días ha sonado una y otra vez para acompañar a estas Postales de invierno; una canción que, como las susodichas Postales, trata de la tan buscada fórmula de la felicidad, o, en palabras del Señor Van Morrison, de “cómo cambiar el plomo en oro”, en definitiva... de la piedra filosofal, vaya.
Una vez más... no se la pierdan. Y ahora, silencio. Que cante el maestro:
10 comentarios:
Hola Ceci! Cómo siempre felicidades por tu reseña, a la altura del magnífico prólogo de Fresan. Me ha parecido una magnífica novela con unos personajes sobreviviendo a pesar de la vida que les toca vivir. Como bien dices tiene una banda sonora de fondo con alusiones continuas a Rollings , Joplin y Bob Dylan. Las alusiones continuas a Salinger han hecho que esté ahora de lleno metido en el Guardian..conociendo y disfrutando con el "encantador" (cómo a él le gusta)Holden Caulfield. Yo añadiría a tu lista de personajes a Toru Watanabe, melancoólico y solitario protagonista de Tokio Blues de Murakami. Otra novela con banda sonora(Miles Davis, Kind of blue)y con alusiones y homenaje continuo a la Montaña Mágica y al Gran Gatsby.
Oro gran libro del Asteriode para disfrutar y sentir. Un beso fuerte Ceci.
Pues te lo agradezco mucho, Alberto -también como siempre-, pero ¡qué va! ¡qué va! Ni de lejos. Sí que es una magnífica novela,hecha grande -¡enorme!- a base de pequeños geniales detalles que hacen a los personajes humanos y reales. Y precisamente esa es también la grandeza de "El guardián entre el centeno", que a muchos parece intrascendente pero es como la vida misma. Y pese a su aparente -sólo aparente- sencillez tiene una fuerza que conmueve como pocas novelas lo hacen. Ya verás cómo la disfrutas. No tengo ninguna duda.
Me apunto de nuevo a Murakami, aunque... ¡no sé para cuándo!
Besos
Precisamente ayer me llamó un amigo y, entre otras cosas, me recomendó la lectura de este libro. Después de varios elogiosos comentarios y saber como sabe de ciertas preferecias literarias que tengo, sentenció: "...estoy seguro que te gustará." Bueno, tras comprobar en tu magnífica reseña que la lectura te ha llevado a Gatsby, Cyrus Irani, Herzog, Dylan, Joplin, Caufield y, oh, cielos, mi venerado maestro Morrison, no tengo más remedio que hacerme con el libro.
Un saludo, Ceci.
Me la apunto, si está a la altura de "El Guardián" entonces merece el empeño el esfuerzo, que no es poco, sobre todo el económico, habido cuenta de que El Asteroide es uno de los sellos editoriales "más caros" del actual panorama editorial patrio.
Pues tu reseña me ha acabado de convencer...pasa a mi lista de lecturas pendientes xD Saludos. Interesante blog!
Te gustará, Lentitud, te gustará. Seguro que sí. El parentesco con Gatsby y con Holden es palmario. El primero hasta se explota con fines cómicos en la novela en un diálogo genial.
En cuanto a Van Morrison, conozco unas pocas canciones suyas, pero todas ellas (Someone Like You, Brown Eyed Girl, esta The Philosophers Stone...)figuran entre mis preferidas.
Un abrazo, Lentitud
Merece la pena, Javier. Cuestiones económicas aparte -el libro se está convirtiendo en un artículo de lujo- no es un esfuerzo sino un placer. Ya lo verás.
Gracias Sylvia. Que la disfrutes.
Saludos
Van Morrison ... In the garden, Tupelo honey (hay una excelente versión de Cassandra Wilson), Gloria, Cyprus avenue y tantos otros temas. It's too late to stop now es posiblemente el mejor disco en directo de la historia. Es curioso, pero siempre he asociado a Van Morrison con la ciudad de New York. El comentario no tiene mucho orden, pero es que hay muchas cosas que decir de este irlandés que lleva años acompañándome mientras otros solistas o grupos tienen su momento y los dejo para seguir descubriendo cosas nuevas.
El libro no lo he leído, pero me lo apunto como todos los que lees, CEci. Sobre Van, el Maestro, no puedo resistirme a "In the midnight" o "Reminds me of you", del disco "Back on top", donde suena "Philosophers Stone". También se vive una vida a través de ciertas canciones. A donde quiera que vaya siempre me llevaré a Van conmigo, con estas canciones y por supuesto, la de la reina "Queen of the slipstream". Un beso, CEci. Qué importante debe sentirse un libro en tus manos.
Pues me apunto los títulos de Van Morrison. Muchas gracias por las sugerencias y ¡un saludo!
Gracias, Angéline. En cuanto a estas "Postales de invierno" te digo lo mismo que le decía a Lentitud: "Te gustará... te gustará". Seguro que sí.
Besos
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