Algunos de Vds. recordarán quizá que hace unos meses inicié la reseña de Las tres balas de Boris Bardin de Krmpotic’ Jr. hablando de un supuesto código deontológico del crítico literario iniciado por un categórico “para empezar, no reseñar los libros de los amigos”. Los dioses nos libren, por favor, de los conflictos de intereses pero, puestos a explicitar tal código grabándolo sobre piedra o bordándolo a punto de cruz –de gustibus non disputandum-, creo hoy más bien que junto al I. en romanos debería figurar “no reseñar libros que no se hayan leído”. Les parecerá, quizá, una obviedad, pero lo cierto es que no son pocas las críticas que en el mundo están escritas sin conocimiento de causa. Y no voy a señalar.
No he leído A Visit from the Goon Squad de Jennifer Egan, recientemente galardonada con el Premio Pulitzer. En consecuencia, esto no es una reseña, que llegará, si llega, en unos meses. Si hoy vengo por aquí es para compartir con Vds. la buena nueva de que por fin, casi un mes después, he terminado En la corte del lobo de Hilary Mantel, un Booker con todas las de la ley; y, sobre todo, para hacerme eco del interesante debate suscitado en la versión digital de The Guardian a propósito del título de Egan.
Se describe este como una “novela experimental” inspirada por -¡ahí es nada!- Proust y Los Soprano y se justifica tal etiqueta apelando al capítulo que incluye en forma de presentación de Powerpoint, al parecer ilegible en el Kindle de Amazon –en fin...-. Insisto en que puede que esté dando palos de ciego pero ¿no estaremos confundiendo churras con merinas? ¿Es innovadora una novela porque sustituya las tradicionales cartas por emails o mensajes de texto? Lo dudo mucho. La innovación y la ruptura con la tradición se halla, creo, en otros lugares, como muy bien señala PaulBowes01, quienquiera que este sea, en sus comentarios a la noticia:
“In the face of all the hype, has anybody describing this book as 'experimental' actually read it? Or read any genuinely experimental fiction?
Egan's novel is a perfectly conventional story that uses a well-worn formal structural device -presenting events out of chronological sequence: has one brief chapter that mimics the most obvious stylistic mannerisms of David Foster Wallace; and another that takes the form of a PowerPoint presentation. Experimental?
Has the bar really been set so low now? Joyce, Beckett, Blanchot, Burroughs -or, for that matter, Wallace- must be revolving in their graves.”
Y de nuevo, más abajo:
“I didn't think A Visit from the Goon Squad was bad, but it's being misrepresented in the literary media in a way I find unaccountable. The book is about as 'experimental' as any other mainstream novel, but it's being flogged as though it represents some daring stylistic breakthrough. I notice that the Guardian has chosen to excerpt the one chapter that foregrounds an unusual formal device - the PowerPoint slide presentation - which gives the impression that the whole book is a formal jeu d'esprit when in fact the rest of it is as conventional as buttered toast. This at a time when genuinely experimental writing receives virtually no attention in the mainstream media.”
El jurado que le otorgó el premio no insiste demasiado, es cierto, en el supuesto carácter rompedor que le otorga The Guardian pero sí que la describe como una original investigación sobre el cómo crecer y hacerse adulto en la era digital. Esperaremos a leerla para forjarnos una opinión y participar en el debate con pleno derecho pero pensaba antes, según terminaba de dar cuenta de Mantel, que mientras el Man Booker Prize ha mantenido una coherencia y una línea reconocible en sus décadas de historia, el Pulitzer parece balancearse un tanto últimamente.