Dice la contraportada de Las variaciones Bradshaw de Rachel Cusk que su estructura “recuerda a las famosas variaciones Goldberg de Bach”. Francamente, se me escapa el símil. Lejos, muy lejos quedan ya las clases de piano de la infancia y tengo tan solo un vago recuerdo de dichas variaciones, salido, además, de Hannah y sus hermanas de Woody Allen. A lo que sí me ha recordado esta novela es a la narrativa de Virginia Woolf; a Las Olas, más en concreto, pues cada capítulo adopta el punto de vista de un miembro de la familia –sensu lato- Bradshaw, que interpreta pequeños episodios domésticos y cotidianos de un modo un tanto exaltado. Y como le ocurre con frecuencia a la narrativa de Woolf, también la prosa de Cusk se resiente aquí de cierto exceso de densidad y pretenciosidad, pese a la indudable elegancia del conjunto. Cusk sabe sobreponerse, de hecho, a la amenaza del melodrama televisivo casi al final de la pieza, sorteando el peligro con sobriedad y con humor. ¿Les había dicho ya que es inglesa?
UN NUEVO CAMINO
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Aquellos amables lectores que aún se pasan de vez en cuando por aquí habrán
notado que mis entradas escasean cada vez más. Durante unos años, este blog
fu...
Hace 1 semana
4 comentarios:
Intenté leer "Arlington Park", de Rachel Cusk y pensé que las editoriales inglesas le hacen un flaco favor a Virginia Woolf primero publicando a la Cusk, y luego comparando a esta con la Woolf...
Rachel Cusk debería dejar en paz a sus muertos ilustres y labrarse su propio camino. Y si no puede, que deje de escribir remedos literarios de tinte bloomburiano.
Parece que no soporto a la Cusk ¿no?
Sinceramente, no sabía que compararan a Rachel Cusk con Virginia Woolf. Creía que era mera impresión personal. De todos modos, mi símil era estructural, no pretendía, ni mucho menos, equiparar talentos. Tampoco me ha acabado de convencer a mí, aunque no me ha despertado una reacción tan visceral.
Muchas gracias por tu comentario y disculpa la tardanza.
Un saludo
Sí, perdón, soy muy visceral con esas cosas.
No, no, no te disculpes. La visceralidad es una virtud en este caso y todos tenemos nuestras particulares fibras sensibles literarias.
Un saludo, insonrible.
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