viernes, 23 de octubre de 2009

INTERREGNO (V)

"Según Darcourt, el racionalismo era una forma atractiva de ocultar intelectualmente bajo la alfombra muchas cosas significativas e inquietantes; sin embargo, las connotaciones del rito no desaparecían sólo porque algunas personas muy inteligentes no las apreciaban."

La lira de Orfeo

Robertson Davies

Acabo estos días un trabajo sobre una peculiar noticia del Medievo acerca de un industrioso y piadoso león que se hizo cargo en una sola noche del enterramiento de varias decenas de miles de mártires cristianos a los que Cosroe pasó a hierro y fuego en 614 durante la destrucción de Jerusalén. Al tiempo que cuestiono ciertas interpretaciones racionalistas del episodio y defiendo que este comparece en los relatos sobre Tierra Santa en tanto que milagro[1], aprovecho para reivindicar la importancia de la denotación. Y es que a veces, las palabras significan lo que aparentan y no hay más, por más que sus significados choquen con nuestras modernas exigencias. La función de la crítica, como en su día dijo Susan Sontag en Contra la interpretación, debería consistir en mostrar "cómo [el arte] es lo que es, incluso que es lo que es, y no en mostrar qué significa." O como les decía C. S. Lewis a sus colegas de Oxford cuando, sorprendidos de que un erudito como él "desperdiciara" su tiempo en cuentos fantásticos para niños, se empeñaban en ver en la Narnia de sus Crónicas una parábola de algo más profundo... es más simple que todo eso. Es magia, simplemente magia. Pueden contemplar a su derecha la magnífica recreación de esta escena en Shadowlands de Richard Attenborough.

Y todo esto viene a que echando un vistazo a la portada del TLS me he encontrado con una reseña de un trabajo de Michael Ward titulado Planet Narnia en el que precisamente se leen los libros del buen Lewis en clave simbólica planetaria. No niego la mayor o no me atrevo a hacerlo, al menos, sin haber leído tal ensayo. Lo que me chirrían son las palabras de Tom Wright, autor de la reseña de Planet Narnia para TLS cuando dice que merced a tal interpretación las historias de Narnia y su autor merecen ser tomados mucho más en serio en términos literarios, culturales y filosóficos. Dejemos la filosofía y hasta la cultura a un lado y quedémonos con lo literario.

Pues bien, me niego a aceptar que Lewis, el mismo Lewis que afirma entusiasmado aquello de It's just magic! Magic! y que reconoció en De este y otros mundos que el germen de Narnia fue la imagen de un fauno cargado de paquetes corriendo a la luz de un farol, vaya a ser un autor más serio o mejor porque Narnia pueda interpretarse en clave simbólica. No, señor. Decía el otro día a propósito de Robertson Davies que si fue -o es- grande en el oficio o "negocio" de escribir es porque contaba historias como el mejor. Historias profundas, historias hermosas, historias violentas pero, ante todo, historias que enganchan; que "entretienen", por citar a otro tipo listo, de nombre Michael y apellido Chabon, para más señas.

"I read for entertainment and I write to entertain"

dice en Maps and Legends.

El entretenimiento no tiene nada de malo, menos aún si con Chabon lo consideramos como "todo placer que surge del encuentro de una mente atenta con una página de literatura". Y sea Aslan o no una recreación del Mesías y pueda leerse o no el León, la bruja y el armario en clave planetaria, lo cierto es que es una buena historia aunque al final resulte ser tan sólo un cuento de hadas.

Pues eso, que a veces las palabras significan lo que aparentan y no hay más. Y no por ello las historias que conforman son menos serias ni menos "literarias".



[1] Aviso a navegantes y muy especialmente a ocasionales lectores de cierta asociación católica con la que ya he tenido algún encontronazo y que insisten en malinterpretar mis palabras y en ignorar mis mensajes. No defiendo la historicidad de la anécdota ni creo que un león enterrara a miles de mártires en una noche. Lo que defiendo es la posibilidad de que los autores que se hicieron eco de tal leyenda creyeran en tal milagro. Avisados quedan.


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