Total, que después de la ballardiana El Imperio del Sol, me he dedicado esta semana a un par de lecturas más ligeras y cómicas, como son 1. Trapos sucios de David Lodge y 2. El asombroso viaje de Pomponio Flato de Eduardo Mendoza, que llevaban algún tiempo acumulando polvo por aquí.
1. No descubro nada nuevo al decir que David Lodge es uno de los más destacados autores cómicos –y no sólo cómicos, a tenor de su estupenda ¡El autor, el autor!- de las letras inglesas contemporáneas. Sus divertidas tramas ambientadas en el abotargado mundo académico, protagonizadas por sufridos profesores universitarios de no demasiados escrúpulos, son una buena terapia para momentos de agobio y –por exageradas que parezcan- permiten al lector hacerse una idea cabal de los vicios que acechan hoy día en cualquier departamento universitario que se precie: mezquindad, vanidad, arribismo, venalidad, endogamia, ignorancia, pereza... La lista es larga -y la vida breve-.
En Trapos sucios las víctimas de Lodge no son los académicos, sino escritores y periodistas. Sus pecados, eso sí, son los mismos. Pues esta pequeña novela adaptada a partir de una pieza teatral homónima, también de Lodge, es una sátira inteligente y de agradable lectura sobre el frágil y desmesurado ego de los escritores, su vanidad e inseguridad, y sobre los excesos del periodismo cultural –o no tanto- de los últimos tiempos. Y no hay para mucho más, la verdad. Es ligera y divertida pero también intranscendente, pese a los exultantes comentarios de su contraportada.
2. Mejor me lo he pasado, en cambio, con El asombroso viaje de Pomponio Flato de Eduardo Mendoza, una divertidísima parodia de la novela clásica de detectives que resulta ser una “precuela” evangélica y que juega con las posibilidades cómicas del anacronismo sin caer en los excesos de los Monty Python y su Vida de Brian, por ejemplo. Y ello lo adereza Mendoza con muy ágiles y desternillantes diálogos salpicados de referencias al mundo clásico –a su mitología, a su filosofía, a su literatura e historia- bien traídas y llevadas –lo que visto el panorama actual es una muy notable virtud- y en ningún caso postizas.
Saben Vds. lo que se opina por aquí acerca de la narrativa contemporánea anglosajona y la española, pero como bien dice el Pomponio Flato de Mendoza, “a ninguna regla le faltan excepciones”, así que en esta ocasión y, sin que sirva de precedente, me quedo con la comedia de aquí antes que con la de allí.
5 comentarios:
A Mendoza lo tengo muy leído, pero a Lodge lo tengo pendiente.
Cuando se acerque navidad, tendré que pasarme obligatoriamente por este blog a apuntar títulos para confeccionar la carta a los Reyes Magos.
Saludos.
Y felices lecturas!
Por un momento, cuando te referiste a "limpiar la biblioteca" pensé que querías decir tirar o regalar o quemar los libros-basura que uno va acumulando.
No he leído nada de Lodge. He leído mucho Mendoza, aunque no éste, que la verdad es que sí, promete carcajadas, que no es poco visto el percal.
Saludo.
Al contrario que a ti, Rubén, a mí me toca leer más a Mendoza. Visto lo visto, repetiré.
El único libro que me he atrevido a tirar -¡oh, herejía!- es "El alquimista" de Coehlo- El resto los acumulo; al menos, mientras tenga espacio. No es que vaya sobrada de sitio, pero de momento me apaño.
¡Saludos!
Podrías regalar lo que te sobre :)
Podría, podría, pero mala amiga sería regalando a Coelho y semejantes. Un saludo
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