“Observan este río fluyendo suavemente. Oyen el susurro de las hojas, movidas por el viento. Oyen los pájaros. Oyen las ramas de árbol. En la distancia oyen una vaca. Perciben la hierba. El barro cede un poco en la ribera del río. Reina el silencio, la paz. Y de pronto, algo cambia en su interior. Es como respirar profundamente y decir: “¡Oh, sí! Lo había olvidado.”Al Gore, Una verdad incómoda
Nos desayunamos estos días con la noticia de la ruptura en pleno invierno austral del glacial Perito Moreno (Patagonia) y con el alarmante pronóstico de la licuefacción de los hielos antárticos en un verano próximo, mientras los líderes del G8 plantan un escuálido arbolito y se comprometen a reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera para el año...¡2050! No parece que dicho compromiso vaya a servir de mucho cuando la triste realidad es que, en palabras del simpar Kurt Vonnegut, “la partida está demasiado avanzada” y “en menos de 200 años hemos acabado con nuestro planeta gracias a nuestra euforia termodinámica por los combustibles fósiles”; en otras palabras, y siguiendo con Vonnegut, que “ya tenemos baile de fin de curso”. El genio de Indianápolis, fallecido hace poco más de un año, ya no escuchará el tristemente anunciado “se acabó” de la Tierra pero es más que probable que muchos asistamos a significativas y extremas transformaciones de nuestro hábitat.
Ya en 1962 imaginó J(ames) G(raham) Ballard en El mundo sumergido, su primera novela, la devastación ocasionada por los casquetes polares al derretirse. El panorama es desolador, postapocalíptico. Grandes urbes como Londres han sido sepultadas por mares, pantanos y lagunas, las temperaturas alcanzan los 50º centígrados y la flora y la fauna –el reptil es de nuevo el rey- son exuberantes hasta la agresividad. En ese ambiente hostil intenta sobrevivir el hombre, cuyas conexiones neuronales, cuyas uniones vertebrales, etc. no son sino miliarios, hitos de una lenta evolución milenaria determinada por el ambiente. En consecuencia, y a la inversa, la involución geológica de la Tierra acarrea necesariamente el despertar de arcaicos atavismos del ser humano y las víctimas de esta distopía natural emprenden un “descenso por el tiempo arqueopsíquico”, el camino de regreso... en palabras del Dr. Bodkin y su teoría neurónica, el mayor –enorme- logro, por cierto, de toda la novela:
“No nos dejemos engañar por la brevedad de la vida del individuo. Cada uno de nosotros tiene la edad de todo el reino biológico, y nuestras corrientes sanguíneas son ríos que desembocan en el vasto océano de la memoria de ese reino. La odisea uterina del feto recapitula todo el pasado evolutivo, y su sistema nervioso central es una escala de tiempo cifrada.”
El mundo sumergido, J. G. Ballard
El Dr. Kerans y la Srta. Beatrice Dahl, protagonistas de este Mundo Sumergido, se resisten a la migración y se ven obligados a la adaptación, manifestada en forma de abulia, de nuevos biorritmos que bailan al son de los latidos de un Sol arcaico que se inmiscuye hasta en el mismo sueño. Sin embargo, esta naturaleza tan amada como odiada no es el único elemento hostil, sino que también algunos hombres, como el albino Strangman, tratan de sacar provecho del nuevo orden y de demostrar que sin la ya caduca civilización, sepultada bajo el mismo cieno que viviendas, museos y bibliotecas, el Hombre, como dijo Hobbes, no es sino un lobo para el Hombre.
Lástima que todo ello se vea lastrado por la morosidad de la prosa.
9 comentarios:
El Perito Moreno en este caso es como una luz de alarma que se enciende y nos avisa, pero las alarmas llevan sonando mucho tiempo, viene de largo y hacemos muy poco. Siempre son ‘cuatro locos’-dicen- los que luchan por otra lógica del ecosistema, por otra forma de vida, por un desarrollo sostenible. Pero es que el término ecología es de hace muy poco, finales de 1800 y claro nos hemos echado la mierda tan deprisa que prácticamente no da tiempo a eliminarla, o no interesa.
No sé si a Bjorn Lomborg (el del Ecologista Escéptico) le cuadrarán las estadísticas con este nuevo derrumbe a destiempo.
Mientras aquí a nuestros responsables les parece suficiente quitarse la corbata y bajar el aire acondicionado. ¿qué se puede decir a esto?
Está claro que unos son lobos y el resto parecemos estúpidos corderos, porque hacer, hacemos muy poquito
Gracias por recordarlo Ceci
Buen día
En breve en el CCCB.
Tomás
Pues sí, Olvido, aunque no todos quieren verlo. Aquí dejo otra curiosa perla de Vonnegut y su "Hombre sin patria":
RÉQUIEM
El crucificado planeta Tierra
debería encontrar una voz
y sentido de la ironía
para poder decirnos
ahora que ya hemos abusado de él:
"Perdónalos, Padre,
porque no saben lo que hacen."
La ironía sería
que sí sabemos
lo que hacemos.
Cuando el último bicho viviente
haya muerto por nuestra culpa,
qué poético sería
que la Tierra pudiera decir,
con su voz alzándose,
tal vez,
desde el fondo
del Gran Cañón:
"Se acabó".
A la gente no le gustaba estar aquí.
Un abrazo
Gracias, Tomás. Lo había leído en el artículo que el Babelia le dedicó a Ballard hace unas semanas a propósito de su colección de relatos "Fiebre de guerra" y de la próxima publicación en España -en septiembre, creo- de su autobiografía.
Un saludo
Esto se viene abajo. A menudo tengo que dejar de pensar en casi todo para poder ocuparme de cualquier cosa. Algo así como el Perito Moreno...
Me alegra mucho que te gustara el final. Si no acababa yo con él, Tomé habría terminado conmigo. Creo que la decisión sobre la muerte es, quizá, algo recurrente, pero siempre pensé que, aunque lo odiara, debía engrandecer el personaje de Lérida. Mil gracias por los halagos; me sonrojé.
Un abrazo,
Belljar
Muy apropiado.
Un tema apasionante.
No conocía la novela.
De nuevo, una más para adquirir.
Saludos.
Fíjate que casi siempre las historias de Ballard no son historias de "adaptación" sino de "involución", de regresión. Los personajes de "Mundo Sumergido" están abocados a la extinción precisamente por esa memoria neurónica que les retrotrae a un pasado al que ya no se pueden adaptar físicamente: la mente puede ser permeable, no así el cuerpo. El ser humano ya no puede regresar a la carne que fue. Hardman y Riggs son buena prueba de ello. El nivel consciente gana en ellos al inconsciente. Kerans y Bodkin, en oposición, perciben la llamada del nuevo Dios, el Sol, pero ya no pueden competir con el cerebro reptiloide en esta nueva era de la radiación: su cerebro homínido, antaño origen de la civilización, significa en el mundo sumergido la condena de la raza humana.
En cuanto a Vonnegut, qué añadir salvo que su creación más legendaria, Billy Pilgrim, acaso ya contempló toda esta hecatombe hace años, no en vano absolutamente TODO ya ha sucedido.
Saludo.
Muchas gracias por tu comentario. Me ha parecido brillante. Me temo que acabo de descubrir a Ballard. A tenor de lo leído en "El mundo sumergido", repetiré. Ya tengo en reserva "El imperio del sol".
Y en cuanto a Vonnegut y su "Matadero 5", estoy de acuerdo contigo.
Un saludo
'El Imperio del Sol' es un libro impresionante, si después puedes encontrar su segunda parte, 'La Bondad de las Mujeres", entonces miel sobre ojuelas.
Acabo de colgar mi post sobre "Mundo Sumergido", por si le quieres echar un vistazo.
Un saludo.
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