sábado, 28 de marzo de 2015

UNA MUJER DE RECURSOS (ELIZABETH FORSYTHE HAILEY)


“Es como si, al condensar y redactar los sucesos que he vivido, les infundiera una fuerza dramática que en realidad no tenían, pero, por extraño que parezca, lo que recuerdo años más tarde no es el suceso tal y como lo viví, sino como lo conté en una carta. He descubierto que el propio acto de escribir transforma la realidad en ficción y doy gracias a Dios por ello con toda el alma.”
Una mujer de recursos
Elizabeth Forsythe Hailey

De mis cada vez más lejanas clases de Lingüística Latina en la facultad recuerdo, entre muchas otras cosas, la propuesta de cierto profesor de agregar a la célebre nómina de funciones del Lenguaje de Jakobson -ya saben, comunicativa, representativa, fática, poética, etc.- la función analítica, según la cual la lengua no solo representa la realidad, sino que la analiza y, añado yo, la condiciona. Piensen los escépticos en la Neolingua de la distopía totalitaria de Orwell. Siendo nuestro pensamiento lingüístico, ¿cómo concebir conceptos como oposición, diferencia, resistencia, lucha... cuando han desaparecido los términos que los designan? Sí, la lengua condiciona la realidad y así han de entenderse las palabras de E. F. Hailey que abren esta entrada. De un modo más o menos consciente, le imponemos cierta narrativa a los sucesos azarosos y casuales que condicionan nuestra vida y por eso la escritura resulta catártica.
Viene todo esto hoy a cuento de la magnífica novela epistolar de Hailey, recientemente publicada por los amigos de Libros del Asteroide y traducida de modo impecable, once again, por Concha Cardeñoso. En ella se recopilan las cartas escritas por una mujer de bandera, la ficticia Bess Steed Garner, a lo largo de buena parte del siglo XX, a familiares, amigos y ¡hasta Jackie Kennedy! Se revela en ellas Bess, protagonista absoluta, como una mujer audaz y aventurera, vitalista, capaz de sobreponerse a la muerte de un marido y un hijo con pasmosa fortaleza pero también, como suele suceder, una mujer difícil. Y eso que la correspondencia es unidireccional y el punto de vista es siempre el de la propia Bess. Sin embargo, menciones casuales a ciertas reacciones de amigos y familiares nos la muestran como todo un carácter y, en consecuencia, más real y humana. Muestra, por ejemplo, pocos escrúpulos al tratar de temas embarazosos y es capaz de reclamar como propia la cama de un enfermo, en caso de defunción de este, por más que dicho enfermo sea su padre o una prima cercana.
Que las preocupaciones de Bess sean, por lo general, de ámbito doméstico y familiar, no menguan el interés y la capacidad de trascendencia de una novela ágil, divertida y entrañable sobre esa bisabuela o abuela corajuda y de armas tomar que muchos hemos tenido en nuestra familia. Lean, lean...


2 comentarios:

Ana Blasfuemia dijo...

Con esta lectura estoy precisamente.. Así que no puedo decir mucho, es amena, eso sí.

Un abrazo

CEci dijo...

Yo la he disfrutado mucho. Es muy vívida y su protagonista es una creación magnífica.

Otro abrazo para allá