“Es como si, al condensar y redactar los sucesos que he vivido, les infundiera una fuerza dramática que en realidad no tenían, pero, por extraño que parezca, lo que recuerdo años más tarde no es el suceso tal y como lo viví, sino como lo conté en una carta. He descubierto que el propio acto de escribir transforma la realidad en ficción y doy gracias a Dios por ello con toda el alma.”Una mujer de recursosElizabeth Forsythe Hailey
De mis cada vez más
lejanas clases de Lingüística Latina en la facultad recuerdo, entre muchas
otras cosas, la propuesta de cierto profesor de agregar a la célebre nómina de
funciones del Lenguaje de Jakobson -ya saben, comunicativa, representativa,
fática, poética, etc.- la función analítica, según la cual la lengua no solo
representa la realidad, sino que la analiza y, añado yo, la condiciona. Piensen
los escépticos en la Neolingua de la distopía totalitaria de Orwell. Siendo
nuestro pensamiento lingüístico, ¿cómo concebir conceptos como oposición,
diferencia, resistencia, lucha... cuando han desaparecido los términos que los
designan? Sí, la lengua condiciona la realidad y así han de entenderse las
palabras de E. F. Hailey que abren esta entrada. De un modo más o menos
consciente, le imponemos cierta narrativa a los sucesos azarosos y casuales que
condicionan nuestra vida y por eso la escritura resulta catártica.
Viene todo esto hoy a
cuento de la magnífica novela epistolar de Hailey, recientemente publicada por
los amigos de Libros del Asteroide y traducida de modo impecable, once again, por Concha Cardeñoso. En
ella se recopilan las cartas escritas por una mujer de bandera, la ficticia
Bess Steed Garner, a lo largo de buena parte del siglo XX, a familiares, amigos
y ¡hasta Jackie Kennedy! Se revela en ellas Bess, protagonista absoluta, como
una mujer audaz y aventurera, vitalista, capaz de sobreponerse a la muerte de
un marido y un hijo con pasmosa fortaleza pero también, como suele suceder, una
mujer difícil. Y eso que la correspondencia es unidireccional y el punto de
vista es siempre el de la propia Bess. Sin embargo, menciones casuales a
ciertas reacciones de amigos y familiares nos la muestran como todo un carácter
y, en consecuencia, más real y humana. Muestra, por ejemplo, pocos escrúpulos
al tratar de temas embarazosos y es capaz de reclamar como propia la cama de un
enfermo, en caso de defunción de este, por más que dicho enfermo sea su padre o
una prima cercana.
Que las preocupaciones
de Bess sean, por lo general, de ámbito doméstico y familiar, no menguan el
interés y la capacidad de trascendencia de una novela ágil, divertida y entrañable
sobre esa bisabuela o abuela corajuda y de armas tomar que muchos hemos tenido
en nuestra familia. Lean, lean...
2 comentarios:
Con esta lectura estoy precisamente.. Así que no puedo decir mucho, es amena, eso sí.
Un abrazo
Yo la he disfrutado mucho. Es muy vívida y su protagonista es una creación magnífica.
Otro abrazo para allá
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