“And for some reason this makes me contemplate my own life, all my sporadic highs and appalling lows, my brief triumphs and terrible losses and I say, no, no, I don’t envy you -you slim, brown, confident boys and girls and whatever futures await you. I will gather up my belongings and wander back to the Hôtel des Dunes and look forward to my supper -the fish of the day and my bottle of wine. I feel, as I sit here -and I should record this as I experience it- looking over the beach and the ocean as the sun begins to drop down in the west, a strange sense of pride: pride in all I’ve done and lived through, proud to think of the thousands of people I’ve met and known and the few I’ve loved. Play on, boys and girls, I say, smoke and flirt, work on your tans, figure out your evening’s entertainment. I wonder if any of you will live as well as I have done.”Any Human HeartWilliam Boyd
Casi toda la información
que William Boyd aporta sobre Nate Tate, artista epónimo de la broma sobre la
que les hablaba hace unas semanas, procede de los Diarios de Logan Mountsuart y, acompañado como está este nombre de
otros como los de Frank O’Hara o Heart Crane, una tiende a pensar que ese tal
Mountsuart al que tanto se cita debe ser un intelectual poco conocido pero
ciertamente respetable -y, por supuesto, real- que acertó a estar en el lugar
adecuado en el momento propicio. El artificio de Boyd, tan eficaz como verosímil
y muy utilizado en el subgénero de la novela histórica, se descubre, si no
antes, cuando unos años después de la publicación de Nat Tate, convierte al tal Mountsuart en inolvidable protagonista y
narrador de una magnífica novela en forma de diario, Any Human Heart (Las
aventuras de un hombre cualquiera en español). Se permite incluso Boyd
prolongar el juego e incluir en estos pretendidos diarios, o mejor, en los
diarios del pretendido Mountsuart, referencias a Nat Tate y hasta párrafos que
ya se anticipaban en su predecesora.
Sin embargo, Any Human Heart va mucho más allá y es,
de hecho, una novela clásica en fondo y forma, narrada y protagonizada por una
figura más que carismática cuya vida comprende todas las décadas del siglo XX,
el siglo en que se precipitó la Historia, cuyas posibilidades narrativas ya
explotó Boyd en Las nuevas confesiones.
El propio Logan compagina el relato de lo banal y cotidiano con referencias a
las Guerras Mundiales, a los Duques de Windsor, a Picasso, Pollock, Waugh,
Connolly, Hemingway, etc. Y si su vida es interesante por todos los iconos del
XX que llega a conocer, aún lo es más por los pocos a los que amó, como él
mismo señala en el precioso párrafo que abre esta entrada.
Así que Vds. lean, lean
y no se pierdan otra magnífica novela de ese gran artesano del oficio que es
William Boyd.