Es esta una lectura que seguramente no habría hecho sponte mea; no ahora, al menos; quizá sí hace quince años, cuando me daba casi con exclusividad a la novela histórica. Pero esa es precisamente la función de los libros que se regalan, ¿no? Y el caso es que me he divertido bastante más de lo que esperaba con esta historia ambientada en la más que turbulenta Barcelona del s. XI que en lo formal adopta técnicas propias de la novela río y del folletín para contarnos las idas y venidas de Martín Barbany, ciudadano notable de Barcelona, su hija Marta, su amigo y viejo confesor Eudald, su criado Ahmed y su enamorada Zahira y una larguísima lista cerrada por su archienemigo Mainar. La historia está bien trabada; demasiado, quizá. Me explico. En no pocas ocasiones los “andamios” quedan a la vista del lector, que adivina, en consecuencia, sin problema, cuál será el siguiente giro de la trama. Se abusa además del cliff-hanger al final de cada capítulo y este es, probablemente, junto con el poco verosímil final, el vicio más enojoso de esta novela. Por lo demás, Mar de fuego, cuyo título alude al célebre “fuego griego” de los bizantinos, se deja leer mejor que bien y es una lectura recomendable para llevar a la playa si consiguen Vds. hacerle sitio en la mochila o si, en el caso de que vivan en el Norte, son Vds. tan osados como para ponerse en bañador.
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