martes, 13 de julio de 2010

VERANO (J. M. COETZEE)

“- Pero ¿y si todos somos creadores de ficciones, como llama usted a Coetzee? ¿Y si todos nos inventamos continuamente las historias de nuestra vida? ¿Por qué lo que yo le cuente de Coetzee ha de ser más digno de crédito que lo que él mismo le cuente?

- Claro que todos somos creadores de ficciones, no voy a negarlo. Pero ¿qué preferiría usted tener: una serie de informes independientes procedentes de una gama de perspectivas independientes, con las que luego podría tratar de sintetizar un todo, o la enorme y unitaria proyección del yo que comprende su obra? Yo no sé qué preferiría.”

Verano, J. M. Coetzee

De mis primeros años de aprendizaje del latín recuerdo las insistentes referencias a la pretendida objetividad de César en sus Comentarios a la Guerra de las Galias y a la Guerra Civil, en los que se refería a sí mismo tercera persona de singular mediante. Ya en alguna otra ocasión he tratado por aquí de las implicaciones del uso de la primera persona de singular en la narración; de cómo los lectores, en nuestra ingenuidad, nos dejamos llevar y tendemos a identificar el “yo” de una narración con su autor. Démosle hoy la vuelta a la moneda. No cabe duda de que la tercera persona, la no-persona, que diría E. Benveniste, es más aséptica, menos comprometedora que la primera pero ¿es más objetiva? Lo parece, sin duda; de ahí la elección del dictador romano. Entre el parecer y el ser media, sin embargo, un buen trecho, también en el tema que nos ocupa, y así se lo indica Sophie al joven académico que en Verano recopila testimonios de aquí y allá sobre ese escritor ya fallecido que fue Coetzee. Pueden leerlo Vds. en el párrafo que abre esta entrada. Y no, no es que el triunfo de nuestra selección haya silenciado la muerte del Nobel sudafricano. A día de hoy, el J. M. Coetzee real vive y colea pero no el que protagoniza Verano, presentado como el último volumen de su autobiografía, tras Infancia y Juventud.

Verano es una broma metaficcional -perdónenme la jerga, por favor- digna del Roth de Operación Shylock, Los hechos o La contravida; una broma sorprendentemente divertida y bienhumorada en la que el severo y preciso autor de las escalofriantes Vida y época de Michael K, Esperando a los bárbaros y Desgracia se ríe de sí mismo o de su hombre de paja, según se mire, presentándose/lo como un tipo peculiar, ingenuo e idealista, retraído y prudente hasta decir basta, incapaz de cualquier forma de intimidad, ya sea con su padre, con el resto de su familia, con sus colegas o, sobre todo, con las mujeres. Hay también lugar en ella, eso sí, para la Sudáfrica más brutal, árida y violenta -por naturaleza y por las absurdas convenciones de los afrikáners que la habitan- aunque mucho menos que en otras ocasiones. Y es por esto por lo que aunque no suele ser Coetzee, dada su brutalidad, una opción de ocio muy atractiva para la época de relax estival, en esta ocasión incluso lo he llevado a la playa, donde, créanme, no desentona demasiado. Así que yo, en su lugar, leería; aun más, leería ahora.





7 comentarios:

Rubentxo dijo...

Hola, CEci.
Pues mira, aprovechando que estoy de vacaciones y que mañana me voy de librerías... no dudes que acabará dentro de mi mochila. Prometo pasar a comentar qué tal cuando lo haya leído, quizás en un par de semanas, que ahora mismo estoy con la colección COMPLETA de "Los Cinco" de Enid Blyton (sí, ya sé que no es una lectura nada intelectual, pero no me digas que no es guay).
Saludos.

Madison dijo...

Cómo me alegra leer esta entrada de hoy, tengo el libro desde hace un tiempo pero sin leer, de hecho lo he separado hoy de la estanteria donde reposaba para ponerme con él esta semana.

CEci dijo...

Por supuesto, Rubén; una lectura ideal para hacerla al aire libre y con una empanada o bocadillo a mano; algo con que entretener el estómago mientras lees las descripciones de sus merendolas, ¿no? Mientras tanto, por aquí te espero. Otro saludo para ti.
_______________

Lo mismo te digo, Madison. Por aquí te espero. Que la disfrutes. Y, por supuesto, gracias por la visita.

Olvido dijo...

Qué mejor que reírse de uno mismo? Creo que esa tercera persona es más engañosa, seguramente le permite a uno cierta ‘lejanía’ pero no pienso que sea más objetiva, sólo lo parece (hablo en general ya que no he leído este libro)
Acabo de terminar 'La hija de Robert Poste' con la que también me he reído y sonreído gracias a la ácida ironía de Stella Gibbons...aunque, francamente, esperaba algo más, la trama es deficiente y se apoya excesivamente en la ironía, aunque algunos personajes están muy bien retratados. Vamos ,que lo he pasado bien, pero no creo que deje huella.

Un abrazo Ceci

CEci dijo...

Es cierto, Olvido. Así lo señaló hace un par de años Andrés Neumann con más razón que un santo:
"La dicotomía entre primera y tercera persona es falsa: cualquier personaje imaginario puede esconder a un álter ego, igual que un monólogo íntimo puede basarse en artificios ficcionales"
Y, sí, "La hija de Robert Poste" es divertida -muy divertida-, elegante e irónica pero, sobre todo, inocua. De ahí que no deje demasiada huella.
¡Qué alegría tenerte de nuevo por aquí, Olvido!
Un abrazo

jimarino dijo...

Hace apenas dos meses mi hermana me dejó Verano. Creo que todavía no he podido quitarme de la cabeza la capacidad de un ser humano para odiarse a sí mismo que expresa el libro, con esa fiereza a la que nos tiene acostumbrados Coeetze a pesar de su sentido del humor. Este sábado hablábamos precisamente de la novela mis hermanos y unos amigos en un soleado paisaje de la Sierra de Gúdar. Los mosquitos nos picaron de los lindo, pero me sorprendió el distinto efecto que el libro había provocado en los cuatro o cinco lectores que lo habíamos leído. A mí y a mi hermanita nos quedó el amargo sentido del humor de la novela, la elegancia, una evz más, de su mundo ficticio, de su propuesta estética. Mi hermano Daniel sin embargo, tan dado a lo jocoso, prometió solemne no leer jamás un libro más de Coeetze. Su culpabilidad es enfermiza, dijo, tan enfermiza que duele demasiado.
Estoy contigo, Ceci, es un libro para la ligereza estúpida del verano, aunque sea difícil después quitarte su brutalidad de la cabeza.
Un abrazo. Sigues en plena forma, comme toujours...

CEci dijo...

Un placer, como siempre, leerte por aquí. Y... muchas gracias. Es cierto que el Coetzee que protagoniza "Verano" sale más que mal parado del relato pero quizá porque yo estoy relajada y contenta, quizá por el abismal contraste en otras ficciones que de Coetzee autor he leído -las mencionadas "Michael K.", "Esperando a los bárbaros" o "Desgracia", por ejemplo- me cuesta aplicarle el calificativo de "brutal" a "Verano". Su humor es, sí, amargo y ácido en ocasiones, pero es humor. No creí que llegara a sonreír jamás leyendo al Nobel sudafricano y ya ves... lo he hecho. Entiendo a tu hermano pero dale un par de años. Ya verás cómo acaba repitiendo. Como todos.
Otro abrazo para ti, amigo.