lunes, 22 de febrero de 2010

LA VIOLETA DEL PRATER (CHRISTOPHER ISHERWOOD)

Ya casi al final de la sutil, desenfadada, divertida, irónica y, en definitiva, más inglesa que el té de las cinco Violeta del Prater de Christopher Isherwood, me he encontrado con esta honrada, sincera y bastante pesimista declaración. Como una continúa siendo, pese a todo, de natural optimista –no me conformo con los ositos de trapo, Bach y la cultura griega clásica; ¡me gustan!- no me he atrevido a incluirla en nuestra ocasional sección “Una de cosas bien dichas”, pero no quería dejar de compartirla con Vds:

“Hay una cosa que raras veces nos preguntamos unos a otros: es demasiado brutal. Y, sin embargo, es lo único que vale la pena preguntar a los compañeros de viaje. ¿Qué es lo que te induce a seguir viviendo? ¿Por qué no te matas? ¿Por qué te resulta soportable todo esto? ¿Qué es lo que te induce a soportarlo?

¿Podría yo responder a estas preguntas sobre mí mismo? No. Sí. Quizá… Suponía, vagamente, que sería una especie de equilibrio, un complejo de tensiones. Uno hace lo que está en la lista: comer, por ejemplo, o escribir el capítulo undécimo, o el teléfono que suena, o salir en busca de un taxi. Y luego está el trabajo. Y las diversiones. Y la gente. Y los libros. Hay cosas que comprar en las tiendas. Siempre hay algo nuevo. Tiene que haberlo. Si no, el equilibrio se rompería, la tensión se rompería.

Me parecía que yo siempre había hecho lo que la gente me aconsejaba. Se nacía: era como entrar en un restaurante. Venía el camarero con una lista de sugerencias, y uno le decía: “¿Qué me aconseja Usted?”, y, sin más, iba y lo comía, y suponía que le gustaba, porque era caro, o fuera de temporada, o porque había sido el plato favorito del rey Eduardo vii. El camarero había recomendado ositos de trapo, fútbol, cigarrillos, motocicletas, whisky, Bach, póker, la cultura griega clásica. Pero, sobre todo, había recomendado amor: un plato muy extraño.”

La violeta del Prater

Christopher Isherwood

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