“Mis puntos de referencia se encontraban en peligro; nada más. A veces nos ocurre, que parecen deshacerse, casi desaparecer. Calles y paisajes se niegan a reconocernos; nos falta el aire. Entonces, ¿no sería mejor tener un destino al que someterse, algo que nos reclamase, cualquier cosa, en lugar de unas posibilidades tan tenues, unos días tan arbitrarios?”
“La virgen albanesa”
Secretos a voces
Alice Munro
Para escapar de las averías, el ruido y las gamberradas de algún vecino impertinente que otro de mi anterior tejado, he decidido marcharme de vacaciones de manera permanente en busca de un lugar mejor. Como Holden Caulfield por Manhattan, vamos.
Empecemos pues de nuevo y qué mejor modo de hacerlo que con Literatura de esa con mayúsculas, traída en esta ocasión de la mano de Alice Munro y sus Secretos a voces. Los ocho relatos que componen esta colección están habitados por mujeres que en palabras de la autora están “llenas de grietas remendadas que sólo se ven de cerca”; las grietas que se forman peligrosamente cuando se resquebrajan los pilares más o menos frágiles sobre los que cada cual ha construido su vida, ya se trate del sueño amoroso de una bibliotecaria, de una vida voluntariamente célibe dedicada a la naturaleza o una huida hacia no se sabe dónde, por ejemplo. Son muy frágiles las paredes que las protagonistas de estos relatos se han construido en torno y, por ello, no resisten demasiado los crueles y violentos envites de la vida. Que los hay, y muchos. La violencia acecha tras cada recodo del bosque –sensu stricto latoque- y se abre paso con crudeza, como en Vándalos, la pieza que cierra el conjunto y una de las más destacadas.
Sin embargo, es el relato inaugural, Entusiasmo, el que brilla con luz propia sobre los demás. En él despliega la autora un genial y muy cinematográfico juego de perspectivas y tiempos, de plásticas imágenes –como la seguridad alcanzada por el sabor a menta de un caramelo recibido en el andén de una estación provisional de manos de una niña menonita-, coincidencias onomásticas y evocaciones de viejos fantasmas y telarañas. Sólo por esta pieza merece la pena hacerse con estos Secretos a voces de Alice Munro. Y tanto que sí...