Se inicia El chico de la trompeta de Dorothy Baker con un prólogo que muy
bien podría emplearse en las clases de Teoría de la Literatura que por el mundo
queden para ilustrar las teorías del formalismo ruso; ya saben, aquello de que
en su estructura profunda todas las obras narrativas pueden reducirse a un
esquema articulado en unidades menores del tipo de planteamiento inicial,
conflicto, auxiliar mágico, búsqueda, etc. En efecto, en un puñado de páginas
resume la peripecia un narrador casi anónimo, que más adelante se identificará
de manera un tanto casual como el pianista de una de las orquestas del
protagonista: origen humilde, hallazgo casual de una pasión -la música, para
más señas-, aprendizaje, auge y caída:
“No hay gran cosa que contar, si atendemos al esquema general. Rick nació en Georgia cinco o diez minutos antes de que su madre muriera y unos diez días antes de que su padre se largara y lo dejara con su tía [...] Dado que llevaba en la sangre un don misterioso para la música, llegó a convertirse en pianista consumado cuando aún era un chaval [...] Y entonces aprendió a tocar un instrumento de viento, la trompeta [...] Causó furor, sobre todo entre los músicos. [...] Se forzó demasiado [...] y su vida se consumió antes de que cumpliera los treinta.”El chico de la trompetaDorothy Baker (traducción de Ismael Attrache)
Otro genio torturado, otro
artista consumido por su pasión y la mala vida en la misma flor de la vida. O
eso podría parecer. Pero el arte es, ante todo, forma, detalle, concreción. Y
tras el prólogo, que podría funcionar a modo de reticencia, se inicia la
historia propiamente dicha, en la que, aún con la misma perspectiva, la de un
narrador omnisciente en tercera persona -ese pianista al que antes
mencionábamos-, se relata pormenorizadamente la historia del ficticio Rick
Martin, que triunfó como músico de jazz en el Los Ángeles y el Nueva York de la
Ley Seca. Hay ahora lugar para más conflictos, para plasmar la amistad, una
relación amorosa -torturada, por supuesto-, para una espiral de alcohol y
nocturnidad, para retratar mejor que bien el auge del jazz a finales de los ’20
y principios de los ’30 y, sobre todo, para retratar cómo una pasión, una
obsesión, puede regir y destruir una vida.
Es esta la primera novela de
Dorothy Baker, de la que hace unos meses leímos por aquí maravillados Cassandra en la boda y, aunque no hay
aquí la sofisticación y profundidad psicológica de aquella, quizá por la
perspectiva adoptada, no hay duda de que es esta otra magnífica novela que
ustedes, por supuesto, no deberían dejar de leer. Lean, lean.
3 comentarios:
Qué ganas le tengo, Cassandra en la boda es una auténtica maravilla. Se la ha recomendado a tanta gente, y todavía no conozco a nadie a quien le haya decepcionado. También tengo muchas ganas de coger Trio, pero es una novela totalmente desaparecida :(
Oh, qué grande es Dorothy Baker...
¡Qué grande es, qué grande! ¡Y qué bien que haya editoriales como Contraseña dispuestos a editarla! Me sigo quedando con "Cassandra en la boda" pero así y todo, esta es también una magnífica novela.
¡Gracias por seguir pasando por aquí, Jen! ¡Un abrazo y Felices Fiestas!
Estimadas amigas:
Muchas gracias por vuestros elogiosos comentarios.
Aprovecho para desearos un feliz año.
Alfonso Castán
Editorial Contraseña
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