Ando un poco perezosa
últimamente y con un par de reseñas en la alforja del “debe”: la de los Cuarenta y un intentos fallidos de Janet
Malcolm y la de La ley del menor de
Ian McEwan. Disfruté bastante más del ensayo de Malcolm, sobre todo, de los
capítulos dedicados al amigo Salinger y Virginia Woolf, que me tuvieron con el
cuaderno abierto y el bolígrafo atento párrafo sí y párrafo también. La novela
de McEwan, en cambio, me resultó un tanto tibia, casi diría superficial, a
pesar de las posibilidades de los conflictos que plantea.
De todos modos, si hoy
me acerco a esta esquina por última vez este año es para recomendarles un
entretenimiento tan frívolo como exquisito y adictivo, una nouvelle detectivesca ambientada en un Londres de lo más victoriano.
Lleva el muy sugerente título de En la
niebla y no deja de ser una partida de cluedo con la que cuatro caballeros
de un exclusivo club entretienen las horas y a un oyente más que adicto a las
historias del género. Presenta cada uno de ellos una versión o perspectiva de
un mismo crimen y, antes o después, aparecen en sus respectivas historias caballeros
dados por muertos, princesas rusas de dudosa reputación, intentos de robo en un
viaje en tren, un mayordomo sospechoso y una disputa familiar por una herencia.
No faltan, por supuesto, un par de vueltas de tuerca que contribuyen a generar
la impresión de que su autor, americano pese a las apariencias, ha querido
escribir una novela de detectives de manual y de que se ha divertido de lo
lindo haciéndolo. La metaficción es más antigua de lo que tiende a creerse.
Así que ustedes, ya saben,
lean, lean. Y, por supuesto... ¡Feliz Año Nuevo!
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