domingo, 16 de agosto de 2015

DÍAS DE FUGA (BILL AYERS)



Editado con tanto gusto como acierto -y evidente sentido del humor, no se pierdan la data del colofón- por mis paisanos de Hoja de Lata, Días de fuga de Bill Ayers es el relato en primera persona de la actividad de resistencia militante contra la Guerra de Vietnam de la Weather Underground.
Se inicia con un prólogo in medias res de lo más cinematográfico, en el que Ayers, autor, narrador y protagonista tiene noticia de que un terrible accidente con explosivos en Nueva York ha trastocado de forma definitiva su vida ya marginal; no sólo porque en él ha perdido la vida su amante y compañera, sino porque la explosión le ha demostrado que la acción militar, salvo en un plano simbólico, no es necesariamente el camino. Sigue a continuación, tras el rebobinado de un par de décadas, la crónica amena y honrada de los años de infancia y formación, donde se presenta como un joven tan voluntarioso como ingenuo, incapaz de hallar el movimiento por los derechos civiles en el Sur de EE.UU. Es más, sus primeras reuniones informativas sobre el conflicto en Indochina debían terminar de convencerle de alistarse como voluntario, nos cuenta, pero un par de oradores brillantes lo ganaron para la causa antibélica. Se agradece, ciertamente, la honestidad del autor que no solo no embellece demasiado su versión del asunto, sino que salpica toda la narración de reflexiones sobre lo engañoso de la memoria y los peligros del olvido, tanto en el plano personal como en el institucional. En los capítulos finales llega incluso a reconocer que uno de los grandes errores de los Weathermen fue caer en el dogmatismo.
No crean, sin embargo, que es esta la crónica de un fundador arrepentido. Nada más lejos. La evolución del “NO A LA GUERRA DE VIETNAM” al “TRAIGAMOS LA GUERRA A CASA” se presenta como un viaje natural y necesario. La oposición tiene que transformarse en acción para no ser aquiescencia y en el epílogo de esta edición Ayers reclama nuevas formas de militancia para los tiempos que corren, reivindicando, de paso, la labor de la enseñanza. El activismo, no obstante, no debiera ser monolítico y estático, sino estar sujeto a revisión, como lo están las ideas si no se las encorseta en el patrón de una ideología. Compromiso, integridad y juicio crítico no parecen malos compañeros de viaje y de todos ellos, y de buenas dosis de emoción, está repleta Días de fuga. Lean, lean...


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