Editado
con tanto gusto como acierto -y evidente sentido del humor, no se pierdan la
data del colofón- por mis paisanos de Hoja de Lata, Días de fuga de Bill Ayers es el relato en primera persona de la
actividad de resistencia militante contra la Guerra de Vietnam de la Weather Underground.
Se
inicia con un prólogo in medias res de
lo más cinematográfico, en el que Ayers, autor, narrador y protagonista tiene
noticia de que un terrible accidente con explosivos en Nueva York ha trastocado
de forma definitiva su vida ya marginal; no sólo porque en él ha perdido la
vida su amante y compañera, sino porque la explosión le ha demostrado que la
acción militar, salvo en un plano simbólico, no es necesariamente el camino.
Sigue a continuación, tras el rebobinado de un par de décadas, la crónica amena
y honrada de los años de infancia y formación, donde se presenta como un joven
tan voluntarioso como ingenuo, incapaz de hallar el movimiento por los derechos
civiles en el Sur de EE.UU. Es más, sus primeras reuniones informativas sobre
el conflicto en Indochina debían terminar de convencerle de alistarse como
voluntario, nos cuenta, pero un par de oradores brillantes lo ganaron para la
causa antibélica. Se agradece, ciertamente, la honestidad del autor que no solo
no embellece demasiado su versión del asunto, sino que salpica toda la
narración de reflexiones sobre lo engañoso de la memoria y los peligros del
olvido, tanto en el plano personal como en el institucional. En los capítulos
finales llega incluso a reconocer que uno de los grandes errores de los Weathermen fue caer en el dogmatismo.
No
crean, sin embargo, que es esta la crónica de un fundador arrepentido. Nada más
lejos. La evolución del “NO A LA GUERRA DE VIETNAM” al “TRAIGAMOS LA GUERRA A
CASA” se presenta como un viaje natural y necesario. La oposición tiene que
transformarse en acción para no ser aquiescencia y en el epílogo de esta
edición Ayers reclama nuevas formas de militancia para los tiempos que corren,
reivindicando, de paso, la labor de la enseñanza. El activismo, no obstante, no
debiera ser monolítico y estático, sino estar sujeto a revisión, como lo están
las ideas si no se las encorseta en el patrón de una ideología. Compromiso,
integridad y juicio crítico no parecen malos compañeros de viaje y de todos
ellos, y de buenas dosis de emoción, está repleta Días de fuga. Lean, lean...
No hay comentarios:
Publicar un comentario