martes, 18 de agosto de 2015

EL SILBIDO DEL ARQUERO (IRENE VALLEJO)



“Algunas victorias no son ni gloriosas ni recordadas;
pero algunas derrotas pueden llegar a ser leyendas,
y de leyendas pasar a victorias.”
Ana María Matute, Olvidado rey Gudú


Muy oportuna es esta cita del Ovidado rey Gudú de Matute para abrir  El silbido del arquero (Contraseña, 2015), pues en la novela de Irene Vallejo, reescritura -¡ahí es nada!- de la Eneida de Virgilio, la belleza de la derrota funciona como lema. Troya se mantuvo inexpugnable durante diez largos años, mas solo a su derrota merced a un ingenioso engaño se debe su leyenda. Ad astera per aspera! ¡A las estrellas a través de las penalidades! Tal es el espíritu propio del género épico en el que se inscribe la Eneida.
Sin embargo, y pese a que en esta reescritura de los libros iniciales de la Eneida, los ambientados en Cartago, hay lugar para batallas, clarines, tajos hiperbólicos, y otros ingredientes tan caros al género de las hazañas de varones, no es esta una novela épica. Como el Eros de su historia, la autora se adentra en el corazón mismo de Eneas y de Dido -aquí Elisa-, de Yulo y de Ana, y en una prosa hermosa y poética, preñada de referencias virgilianas, desarrolla en profundidad el conflicto de cada uno de ellos y añade al consabido dilema original entre deber público y felicidad personal el drama del equívoco y la falibilidad. Explora, pues, su humanidad y logra emocionar en el proceso.
Acierta también la autora al introducir entre los personajes del drama a un Virgilio que se debate entre la espada de su integridad artística y personal y la pared de la obligación contraída con Augusto, quien exige ser glorificado en verso a cambio de la no expropriación de unos acres. Tan solo chirría un tanto en los pasajes dedicados al poeta el afán de convertir sus idas y venidas en una clase de costumbrismo romano, mal endémico de la narrativa histórica.
No hay duda de que no lo tenía nada fácil Irene Vallejo, pues partía de materiales por todos conocidos -en un mundo mejor, al menos-, pero por su recreación de la universal historia de amor fallido entre Eneas y Dido bien merece ser citada, si no junto a Virgilio, sí junto al David Malouf de Rescate.
Lean, lean... 


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