Leía estos días Dios no es bueno de Christopher Hitchens
y comparto en gran medida su apasionada defensa de la razón frente a la fe, la
Ilustración frente al oscurantismo, la evolución frente al diseño
-pretendidamente- inteligente, o, para ser más exactos, su valiente aunque
violenta invectiva contra las religiones en general y los tres grandes
monoteísmos en particular. Encuentro, de hecho, que, como él, bien podría
definirme como humanista secular, confiando como confío en la existencia de un ius naturale, previo o ajeno a cualquier
tipo de fe, por el que el común de los mortales se comporta “bien” con sus
semejantes, lamentando que el Cristianismo se haya arrogado tradicionalmente,
entre otras muchas cosas, el monopolio de determinados valores, y defendiendo,
con la ayuda de Ockham y su navaja, que el mundo material ofrece maravillas
suficientes para admirarnos, sin que haya necesidad de acudir a entidad
metafísica alguna. Miren a su derecha y recréense, una vez más, con las más que
lúcidas palabras al respecto del Woody Allen de Hannah y sus hermanas. Somos mera contingencia, fruto de mutaciones
casuales que triunfaron o no en virtud del contexto en que se produjeron y, qué
quieren que les diga, esto no deja de ser tranquilizador. Ayuda a poner en
perspectiva nuestros desvelos. Lean, si no, Galápagos
o Sirenas de Titán de Kurt
Vonnegut y díganme si no salen reconfortados.
Son muchos los excesos
cometidos en nombre de la religión, como los terribles atentados del 11S, de un
lado, y la perversa interpretación que de ellos hicieron ciertos desaprensivos
en clave de castigo bíblico por la claudicación ante la homosexualidad (¡¡¡!!!),
de otro, y en esta línea el ensayo de Hitchens proporciona una nutrida batería de
sólidos argumentos de índole diversa: mutilación genital, trabas a innumerables
avances de la Ciencia que reportaron o reportarán enormes beneficios a la
Humanidad, hipocresía -¡atención a sus palabras sobre santa Teresa y Gandhi!-, zafia
manipulación en la factura de milagros, inmoralidad manifiesta... Sí es cierto,
sin embargo, que llevado por el apasionamiento, a veces resulta un tanto
tramposo -cuando Gandhi se equivoca, lo hace merced a su religiosidad, cuando
el reverendo Martin Luther King es digno de encomio, se comporta de modo
distinto a como dicta su confesión- y que a propósito del carácter sacro de las
vacas de la India, Marvin Harris resulta mucho más convincente, pero, por lo
demás, Dios no es bueno de Hitchens
es de lo más recomendable. Así que ustedes, ya saben. Lean, lean.
1 comentario:
Me parece sumamente interesante el tema. Yo siempre he creído que las religiones van contra las personas, "sean de un bando o del otro". A parte de los atentados diversos en nombre de no sé quien, solo hay que echar un vistazo a lo que está pasando en Gaza (por decir algo de actualidad).
Sin duda, queda apuntado. Por cierto, sobre santa Teresa ya había leído cosas no muy buenas. Será interesante saber que nos cuenta Hitchens.
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