Elizabeth Bowen eligió
el Blitz de Londres para ambientar la
peripecia de Stella Rodney, una viuda poco común puesta en la difícil tesitura
de elegir entre la confianza en su amante y el precio que le exige por su
silencio aquel que lo ha acusado de vender secretos a los alemanes. Piensen mal
y acertarán.
No deberían esperar
ustedes, sin embargo, acción trepidante, carreras por el Londres del blackout, códigos secretos, malvados
embozados ni demás aspavientos y florituras propios de la novela de espías
-benditos sean, por cierto-. No, El
fragor del día es una novela de caracteres y sorprendentemente prosaica, además,
dados los ingredientes que maneja. Las muertes y confesiones podrán darse en
circunstancias dignas de melodrama de guerra pero se asumen con naturalidad. Podría
considerarse, quizá, la prima divertida de Los
esclavos de la soledad de Patrick Hamilton, de la que por aquí hablamos
hace ya casi ¡cuatro años! Divertida, sí, pues donde aquella volvía lo
cotidiano en una realidad asfixiante, Elizabeth Bowen convierte lo costumbrista
en una fuente de humor, como ese funeral del primo irlandés desconocido al que unos cuantos pacientes de psiquiátrico
acuden en calidad de extras o esas dos dicharacheras amigas obsesionadas por
leer en la prensa el modo en el que deben sentirse.
Merece la pena, así que
lean, lean...
1 comentario:
Me alegra que merezca la pena porque lo compré hace poco :D Habrá que ver ese humor sacado de un entorno que parece poco propicio para ello.
Gracias y un saludo!
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