miércoles, 18 de junio de 2014

X (PERCIVAL EVERETT)



Lo dice Michael Chabon en Maps & Legends y Vds. pueden leerlo también a la derecha, en la sección –nada actualizada últimamente, perdón- “Se dice por ahí”:

"Sometimes it's hard, trying to make art you know you can sell without feeling that you are selling it out. And then sometimes it's hard to sell the art that you have made honestly without regard to whether or not anyone will ever want to buy it. You hope to spend your life doing what you love and need and have been fitted by nature or God or your protein-package to do: write, draw, sing, tell stories. But you have to eat."

Lo dice Chabon y le viene que ni pintado al protagonista de X, Thelonius “Monk” Ellison, atrapado por su negritud y, sobre todo, por la narrativa que la crítica monolítica y superficial espera de él: una que condense la realidad afroamericana. Monk se encuentra mucho más a gusto, sin embargo, en espacios marginales y minoritarios, como sus adaptaciones sesudas y elitistas de Los Persas de Esquilo o la ficción de diálogos entre artistas de vanguardia, para disgusto de su agente e indiferencia del gran público, claro está. De hecho, en el momento en que transcurre esta historia el común de los mortales se halla cautivado por la novela tópica y lacrimógena de Juanita Mae Jenkins, promocionada a bombo y platillo por un trasunto de Oprah Winfrey. Si a la frustración artística de Monk sumamos el drama personal de la muerte violenta de una hermana, la lejanía –literal y figurada- del otro y el alzheimer que ha hecho presa en la mente de la madre, no extraña que nuestro héroe acabe escribiendo en un rapto una parodia de novela afroamericana, incluida muy acertadamente en X, y titulada de un modo más que gráfico como Porculo.
El desahogo se vuelve, no obstante, tormento, cuando las editoriales empiezan a tomarse en serio este subproducto y Monk, o su heterónimo, alcanza el éxito merced a aquello que más detesta.
X de Percival Everett se mueve en los terrenos de William Boyd y su magistral superchería sobre Nat Tate y lo hace con la misma gracia e ironía que aquel, aunque con sutileza menor y más mala leche. El resultado es una novela inteligente, divertida y lograda sobre los vaivenes vitales, la volandera fortuna y la superficial dictadura de un establishment cultural y mediático que todo lo devora y destroza.
Lean, lean…


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