Lo dice Michael Chabon en Maps & Legends y Vds. pueden leerlo
también a la derecha, en la sección –nada actualizada últimamente, perdón- “Se
dice por ahí”:
"Sometimes it's hard, trying to make art you know
you can sell without feeling that you are selling it out. And then sometimes
it's hard to sell the art that you have made honestly without regard to whether
or not anyone will ever want to buy it. You hope to spend your life doing what
you love and need and have been fitted by nature or God or your protein-package
to do: write, draw, sing, tell stories. But you have to eat."
Lo dice Chabon y le viene que
ni pintado al protagonista de X,
Thelonius “Monk” Ellison, atrapado por su negritud y, sobre todo, por la
narrativa que la crítica monolítica y superficial espera de él: una que
condense la realidad afroamericana. Monk se encuentra mucho más a gusto, sin
embargo, en espacios marginales y minoritarios, como sus adaptaciones sesudas y
elitistas de Los Persas de Esquilo o la ficción de diálogos entre artistas de
vanguardia, para disgusto de su agente e indiferencia del gran público, claro
está. De hecho, en el momento en que transcurre esta historia el común de los
mortales se halla cautivado por la novela tópica y lacrimógena de Juanita Mae
Jenkins, promocionada a bombo y platillo por un trasunto de Oprah Winfrey. Si a
la frustración artística de Monk sumamos el drama personal de la muerte
violenta de una hermana, la lejanía –literal y figurada- del otro y el
alzheimer que ha hecho presa en la mente de la madre, no extraña que nuestro
héroe acabe escribiendo en un rapto una parodia de novela afroamericana,
incluida muy acertadamente en X, y titulada de un modo más que gráfico
como Porculo.
El desahogo se vuelve, no
obstante, tormento, cuando las editoriales empiezan a tomarse en serio este
subproducto y Monk, o su heterónimo, alcanza el éxito merced a aquello que más
detesta.
X de
Percival Everett se mueve en los terrenos de William Boyd y su magistral
superchería sobre Nat Tate y lo hace
con la misma gracia e ironía que aquel, aunque con sutileza menor y más mala
leche. El resultado es una novela inteligente, divertida y lograda sobre los
vaivenes vitales, la volandera fortuna y la superficial dictadura de un establishment cultural y mediático que
todo lo devora y destroza.
Lean, lean…
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