Leía
estos días El vino de la juventud de
John Fante y en sus relatos de inmigrantes italianos y filipinos de primera o
segunda generación, de violentos albañiles frustrados por la incapacidad de
realizar su trabajo, de pícaros monaguillos que negocian con su conciencia y de
estrictas monjas de escuela, capaces tan solo de suavizarse por el talento
demostrado con el bate o el guante de béisbol, reconocía todo aquello que me
hizo engancharme sin remedio tiempo ha a una de las tradiciones narrativas más
vivas y potentes que en el mundo son y han sido, la de las barras y estrellas.
Así
que Vds. ya saben, si quieren disfrutar de pequeñas dosis concentradas de lo
mejor de una literatura que ha alumbrado a Bellow y a Roth, a Salinger y a
Vonnegut, a Sherwood Anderson y Richard Ford, a Updike y Lorrie Moore, lean,
lean a John Fante.
1 comentario:
Tomo nota, cómo no!
Un abrazo Ceci
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