En un momento dado de Trumbo: la lista negra de Hollywood,
Otto Preminger le recrimina al epónimo protagonista que el guion de Éxodo sea genial solo a momentos, a lo
que replica este que una obra narrativa magistral de principio a fin
sería terriblemente aburrida. Viene esto a propósito de Los jardines de la disidencia de Jonathan Lethem, otro título que,
en la línea de la trilogía americana de Philip Roth, aspira a captar la
esencia, el espíritu del país de las barras y estrellas, aunque sea a partir de
sus elementos marginales. No hay duda de que Lethem, de quien por aquí nos
enamoramos al comenzar el milenio con Huérfanos
de Brooklyn y La fortaleza de la
soledad, es un grandísimo escritor pero su afán por demostrarlo en cada
párrafo con una prosa que a base de tropos e innegable grandilocuencia proclama
“¡aquí estoy!” le acaba pasando cierta factura. Llama demasiado la atención
sobre sí misma y se impone sobre una narración que engancha e interesa, es
cierto, pero carece de -¿cómo decirlo?- cierta cotidianeidad, banalidad quizá.
No hay, pues, contraste y en el arte, como en la vida -como bien comprendió
siglos ha el conde de Montecristo-, todo es contraste.
No me malinterpreten.
Los Jardines de la Disidencia es una
novela más que interesante, versando como versa sobre unos cuantos habitantes
de los márgenes de la Historia estadounidense de la segunda mitad del XX y
principios del XXI, ya se trate de una comunista implacable defenestrada antes
del desengaño con Stalin; su exmarido huido a Alemania en pos de un sueño
revisionista; su hija ganada para el Village, los hippies y la causa sandinista; un primo nacido veinte años tarde en
lo público y en lo privado; un profesor de universidad un tanto antipático
-pero protagonista de los episodios que más empatía despiertan- y un joven
ansioso por conocer su propia historia. El lector, sin embargo, no llega a
empatizar con ninguno de sus personajes y lo leído tampoco genera choque o
extrañeza. Le falta algo de nervio, creo, a esta novela de Lethem, por más que esté
muy, muy bien escrita.
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