sábado, 28 de mayo de 2011

LAS AVENTURAS DE HUCKLEBERRY FINN (MARK TWAIN)

“Las personas que intenten encontrar un motivo

en esta narración, serán perseguidas.

Aquellas que intenten hallar una moraleja,

serán desterradas.

Y las que traten de encontrar un argumento,

serán fusiladas”

Por orden del autor,

el jefe de órdenes

(Traducción de J. A. de Larrinaga)


He tenido este curso, el primero de mi andadura por la Enseñanza Secundaria, la suerte y el privilegio de contar entre mis escasísimos alumnos con uno que es el desiderátum de cualquier profesor. Con tan sólo 16 años y en su primer año de estudio de latín y griego, ya ha detectado un par de erratas en diccionarios que llevan décadas empleándose, ha sido capaz de proponer –sin él saberlo- una interpretación estructuralista del “novelesco” relato que Tito Livio hizo de los orígenes legendarios de Roma, de plantearme una más que verosímil posibilidad de etimología para “pingüino” -¿procede, quizá, del adjetivo latino para “grasiento”, pinguis, -e?- y de poner en relación el latino sto y el griego ἵστημι con el inglés stand up, que, miren Vds. por dónde, ha resultado proceder de la misma raíz indoeuropea que aquellos. Contrasta su pasmosa madurez intelectual con una fresca inocencia muy de niño de pueblo y con una aparente timidez de la que se libra en mis clases para hablar a destajo de esto y de aquello y con mucha frecuencia... de Harry Potter. De hecho, hace un par de meses me prestó, para poder comentarlo con alguien, claro está, su ejemplar de Los cuentos de Beedle “el Bardo”, también de la Rowling, que yo no había leído en su momento, porque, cuando las cosas se acaban, se acaban y porque no me parece de recibo esa insistencia en seguir explotando la gallina de los huevos de oro. El caso es que le dije cuando se lo devolví que, al margen de la historia de “Los tres hermanos”, no me había gustado, porque rezumaba moralina; de la gruesa, encima.

He aquí el porqué de tan largo preámbulo –además del orgullo de profesora, claro está-. Rehúyo desde hace años la literatura escrita a modo de exemplum, así que Las aventuras de Huckleberry Finn, del genial Mark Twain, que, pese a lo que pueda parecer, es el motivo de esta entrada, me ganó ya desde la advertencia inicial, que pueden leer más arriba. No, señor, no intentaremos por aquí hallar moralejas y mucho menos explicitarlas. Y que conste que las locas aventuras de Huckleberry, un chaval de pueblo que poco o, más bien, nada tiene que ver con aquel del que antes les hablaba, plantean más que interesantes cuestiones éticas y morales. Para empezar, que una cosa es la moral colectiva y otra bien distinta la ética individual, como bien demuestran los escrúpulos de Huck en las reiteradas ocasiones en que tiene la oportunidad de entregar a Jim, el esclavo fugitivo. ¿Por qué demonios, si lo que enseñan en la escuela dominical es que un negro tiene que estar allí donde está la plantación de su dueño, no consigue él obrar como mandan los cánones? Algo malo debe haber en él, concluye, pero... ¡al cuerno con su conciencia! Y, sin embargo, nosotros sabemos que nada malo hay en Huck. Al contrario, Huck y Jim se han hecho amigos y, al margen de la moral y del castrante qué dirán, la ética dice que uno no vende a un amigo.

Pero con todo esto me estoy exponiendo, me temo, a la persecución, el destierro y el fusilamiento. Así que poco más les voy a decir salvo que, como yo, se dejen llevar río abajo con Huck y Jim, y se diviertan todo lo que puedan, que es mucho, con una lectura de la que sólo lamento no haberla hecho un verano de hace un par de décadas... Ha llegado algo tarde para mí, es cierto, así que intentaré redimirme en parte consiguiendo que mi más talentoso alumno abandone la literatura fantástica y ¡hasta las declinaciones!, al menos por algún tiempo, y se dé al Huck Finn de Mark Twain y a El Conde de Montecristo de Alejandro Dumas.

Y Vds., también, háganme caso y lean, lean.


7 comentarios:

Oscar dijo...

Bueno, ante todo enhorabuena por ese alumno y por la experiencia que para ti debe suponer. Encontrar chavales así contrarresta lo que en otras ocasiones nos puede hacer mordernos los puños. A mi me lo hace al menos. Solo quería sumarme a tu recomendación. La frescura de Huck Finn es muy difícil de encontrar en otros libros similares. Habrá héroes o heroínas mas cultos, mas civilizados, mas divertidos, pero difícilmente encontraremos muchos que combinen todas las características e combinadas en tan sabia proporción. Tengo mucho empeño en lograr que mi hija conozca a Huck, pero tiene que ser a su tiempo. Intentos previos de forzar presentaciones (Julio Verne, Stevenson, incluso Carroll) han fracasado. Es una de las maravillas de la literatura universal (no de la literatura juvenil, no creo en tal cosa)

Saludos.

CEci dijo...

Gracias, Óscar. He tenido una suerte inmensa. Y... sí, "fresco" es el adjetivo que mejor califica a Huck Finn. Su inocencia, su desparpajo, su naturalidad... Hubo por el camino ciertos episodios que se me hicieron un tanto repetitivos, pero el final es glorioso.
Tampoco yo creo en la literatura juvenil. La literatura juvenil que nace concebida como tal no es, creo yo, literatura.
Otro saludo para ti

Unknown dijo...

Me he reservado este comentario hasta hoy para que el sumarme a las loas a Tom Sawyer y Huck Finn, personajes a los que sí conocí un verano de hace 2,3 décadas, la lleve a olvidar, Lady Cecily, el para mí sorprendente repaso que mis "altitos" (para diferenciarlos de la sección de fútbol) le han dado a los suyos (cuán irónico, fíjese, que los de Vitoria se vayan en blanco justo este mes que tan buenas noticias está alumbrando en lo "Laboral"). Necedades al margen, se la saluda y se le celebra el alumno: no deje que la turba intente lincharlo, para uno bueno que queda en el país...

CEci dijo...

Está Vd. muy juguetón con el lenguaje, milord. ;D No me olvido, no, aunque yo ya esperaba el repaso. El banco blaugrana -con lesiones y todo- es infinitamente más largo que el de Vitoria.
Y no, lo bueno de estos pagos es que no hay aquí turba y que mi alumno estrella no es la excepción. Hay por aquí unos cuantos buenos estudiantes que demuestran que aún hay esperanza.
Besos

Juan Manuel González Lianes dijo...

Nunca es tarde para descubrir a Mark Twain. Estoy convencido de que cuando yo tenga los 80 o 90 años la lectura de esta obra seguirá siendo igual de gratificante y me hará sentir otra vez niño.

Síndrome Coleccionista dijo...

Creo q teniendo en cuenta q te encantó el Guardián entre el centeno, esta puede ser otra buena recomedación:)

*x cierto creo q todos somos un poco Holden Caufield... o soy la única loca q se obsesionó con el personaje?...^^

http://sindromecoleccionista.blogspot.com/2011/02/asesinato-de-john-lenon-y-el-guardian.html

CEci dijo...

Mejor tarde que nunca, Juan Manuel, pero hay historias que no se leen igual de adolescente que con unas cuantas décadas encima. Eso sí, si son buenas, siempre merecen ser leídas.
Un saludo