viernes, 5 de junio de 2009

UNA PRINCESA EN BERLÍN (ARTHUR R. G. SOLMSSEN)

"¿Se puede sentir nostalgia cuando se vuelve a casa?"

Una princesa en Berlín

Arthur R. G. Solmssen

Del horror nazi, el holocausto y la Segunda Guerra Mundial se ha escrito mucha ficción en los últimos años. Así como otros "best-seller tipo" vienen y van, el filón del nazismo parece no agotarse nunca. Sin embargo, al menos que yo sepa, los confusos y tormentosos años '20 en Alemania no han sido demasiado explorados, cuando en realidad es ahí donde está la clave para responder a la pregunta tantas veces formulada del cómo. Y me refiero, por supuesto, a cómo los bárbaros consiguieron adueñarse de un país como Alemania.

Pues bien, es a esa misma Alemania de Weimar, convulsa e indignada por los abusivos términos de la rendición cedida en Versalles, adonde llega el joven estadounidense Peter Ellis, pintor en ciernes, que lo mismo se codea con lo más granado de la banca alemana -judía, por supuesto- que con artistas bohemios y comunistas, dispuesto a extraerle a la vida todo el jugo que no pudo extraerle en los EEUU o incluso en París.

Lo que sigue es Una princesa en Berlín, una novela tradicional de iniciación con todos sus tópicos. Y pese a ello, sorprendentemente efectiva. Es curioso cómo una sucesión de clichés puede llegar a atrapar y emocionar de tal manera. Todo encaja con precisión y perfección, nada se echa de menos ni de más en esta novela, que al tiempo que relata los aventuras y desventuras del encantador Peter, su amigo Christoph y la familia Waldstein, ofrece un completo y detallado panorama de los años del advenimiento de la bestia.

Hace unos años me decía un amigo a propósito de una famosa y emocionante escena de Casablanca, que más abajo pueden y deben ver, que la Segunda Guerra Mundial fue una de las últimas veces de la historia en que estuvo claro quiénes eran "los malos". Es cierto. Y, sin embargo, llegaron al poder por medio de las urnas. Así que o bien no estaba tan claro al principio, o bien fueron considerados un mal necesario por la sociedad alemana del momento; una sociedad enferma de impotencia, ira, culpa y vergüenza y enferma, por supuesto, de eso que se ha dado en llamar nacionalismo.






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