sábado, 30 de agosto de 2008

DE MUJERES CON HOMBRES (RICHARD FORD)

“Su novela sonará mejor en francés, creo –dijo-. Es humorística. Tiene que ser humorística. En inglés no lo es tanto. ¿No opina como yo?

-No pensaba que fuera humorística –dijo Matthews, y pensó en los nombres de calles que se había inventado para los pasajes parisienses.”

“Occidentales”, en De mujeres con hombres, Richard Ford

Me cuesta leer relato breve. Me da la impresión de que esta forma narrativa apela más a las impresiones, a las sensaciones, que la novela y no es raro que al acabar un relato termine desconcertada. Seguramente es esto fruto de la síntesis, de la condensación, que requiere un gran talento por parte del escritor, que sugiere más que dice, pero también más esfuerzo del lector. Hagan la prueba e intenten explicarle a alguien de qué trata –o mejor, “de qué va”- un relato de Flannery O’Connor o de los “Nueve cuentos” de Salinger, por ejemplo. Quizá podrán apuntar dos líneas sobre la peripecia, pero su interlocutor se quedará con cara de “¿Y...?” Falta algo. Me dirán, con razón, que tampoco una novela es sólo su trama; al menos, las que suelen merecer la pena. Y es cierto, con el permiso de Aristóteles, pero una novela lo tiene más fácil, creo, para hacer disfrutar al lector en su nivel más inmediato, más concreto, de lectura. Aunque, la verdad, tampoco estoy muy segura. Probablemente no debería haberme metido en este jardín, al que he entrado a propósito de los tres relatos que componen el De mujeres con hombres de Richard Ford, cuya trilogía de Frank Bascombe figura por derecho propio entre lo mejor de la narrativa estadounidense contemporánea.

Pues bien, ¿“de qué van” estos De mujeres con hombres de Richard Ford? La contraportada de la edición de bolsillo de Quinteto-Anagrama glosa el argumento de los tres relatos, “El mujeriego”, “Celos” y “Occidentales”, y al hacerlo incurre en los dos defectos que precisamente el otro día atribuía Portnoy a las contraportadas de Anagrama; a saber, miente y destroza el final, en este caso de “Occidentales”.

¿Y de qué tratan? No creo que el nexo en común de los tres relatos sea como se dice en dicha contraportada que los tres estén “protagonizados por hombres que tratan de dar sentido a sus vidas a través de sus relaciones con las mujeres.” Si comparecen juntos en el mismo volumen es, creo yo, porque los tres tratan del cambio, de cómo cambiamos a ojos de los demás pese a que nos resistamos a ello, de cómo nos cambian el azar y los accidentes de la vida y de cómo, por último, el cambio no es simplemente cuestión de voluntad, por más que se diga en las películas y por más que lo cante Barack Obama.

“¿Y...?” –Me dirán Vds.

Lean, lean, aunque este Ford esté lejos del de El periodista deportivo, El Día de la Independencia y Acción de Gracias, aunque sus personajes no sean tan lúcidos y carismáticos como Frank Bascombe, aunque se tomen demasiado en serio y no sean de fiar, lean.

5 comentarios:

Olvido dijo...

Esa aparente banalidad de lo que sucede es una pequeña tela que cubre otras capas en las que se puede ahondar todo lo que se desee. Igual que ocurre con el personaje de Frank Bascombe. Ford me parece un escritor magistral y nunca su aparente realismo, ya sea sucio o no, es superficial aunque pueda parecerlo.
Quizá Ceci tengas razón y no se pueda o deba explicar, tan solo leerlo y sentir los diferentes efectos o conmociones que provoque su ‘fría’ lectura.
Ya sólo que el libro se llame ‘De mujeres con hombres’ y no a la inversa te hace pensar. Creo que Ford juega con los hombres y las mujeres, los mete en una situación, ya sea una habitación de un hotel, o en un restaurante y suceden cosas, las cosas que suelen suceder entre hombres y mujeres, simplemente. Para decir algo más sin explicarlo, habría que escribir desde una habitación en la que un hombre y una mujer se mueven, y dejar que hablen, que pudiéramos ver lo que realmente piensan y quizá nos daríamos cuenta de que todo, en realidad, es mucho más banal de lo que pensamos. Eso: cosas de mujeres y hombres.O como dice Helen en Occidentales: ““Creo que todo es un continuum. Ahora y entonces. Mujeres y hombres””
Buen día Ceci y perdona la extensión, me lié.

CEci dijo...

No hay nada que perdonar, Olvido. Al contrario, te agradezco tu comentario, que ha enriquecido esta pobre reseña -y no hay aquí falsa modestia sino sincera autocrítica-. Lo cierto es que "De mujeres con hombres" me ha desconcertado un tanto, lo que no quita para que siga encantada con la obra de Richard Ford. También reparé en el título, como tú, que al parecer es una alusión al "Men without women" de Hemingway.
Muchas gracias, Olvido.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Hola de nuevo.
Vengo a defender los relatos breves,jeje.
Es una de las lecturas que más me gusta y que más practico. LA mayoría de los escritores que más me gustan han experimentado mucho en sus relatos breves, supongo que algunos escritores lo utilizan como "taller de puesta a punto" de historias, personajes o estilos narrativos.
Leer un buen relato breve es como subir a una atracción de feria: un momento breve, intenso, sabroso, en el que nunca sabes cómo vas a reaccionar ni qué va a pasar.
Me apunto tu reseña.
Saludos!!!!

CEci dijo...

Por supuesto, Rubentxo. No pretendía criticar el género, sino mi dificultad para disfrutar de él como de una novela. Aunque, claro está, hay relatos y relatos y novelas y novelas y entre mis libros de referencia está la "Antología del cuento norteamericano" editada precisamente por Richard Ford, con joyas de Washington Irving, Sherwood Anderson, Flannery O'Connor y Philip Roth, por ejemplo.
Perdona la tardanza. Se me había escapado tu comentario. Un abrazo

Jo Ruiz dijo...

A mi me pasa todo lo contrario:ya me cuesta un montón leer una novela que pase de 400 páginas.Y eso que he leído a todos los grandes mamotretos de la literatura universal. La novela es un cuento con ripios, como le gustaba decir a Horacio Quiroga. Los japoneses adoran el relato breve, la nouvelle. Lo que no eres capaz de contarlo en cien páginas, tampoco lo sabrás contar en mil.